Armand Duplantis toca el cielo: obtiene su segunda medalla de oro e instaura un nuevo récord mundial en el salto con garrocha
El sueco no tiene competencia en la pértiga. Batió su propia marca universal y firmó una nueva en los Juegos Olímpicos, consolidándose como el mejor de la disciplina en toda la historia.
El salto con garrocha tiene un rey indiscutido. No hay ni ha existido nadie como él. Armand Duplantis volvió a escribir la historia de su disciplina al nuevamente romper un nuevo mundial e instaurar otra marca olímpica para abrochar su segunda medalla de oro en Juegos Olímpicos.
Mondo lleva cuatro años desde que tomó el trono del mítico Sergei Bubka, quien en 1994 realizó el salto con pértiga más alto que se había registrado. Claro, hasta la aparición del sueco.
Duplantis se concentra y toma un último gran respiro. Da sus primeros pasos y arremete. Se sostiene como nadie en la garrocha y se estira hasta la gloria eterna en París 2024.
El atleta de 24 años va sobrado, lo hace ver fácil. Compite solo. O en realidad, compite contra él mismo. No hay nadie a su altura. Su ambición le permite ir por más y más. Así, instauró nuevos récords. Un 6,25 para romper su propia marca mundial y borrar la olímpica.
Duplantis se mete en la historia como el mejor
El público enloquece con la sola presencia de Duplantis. Es imposible no reconocer a un deportista de su talla. Cada gesto, movimiento, salto o festejo es celebrado por los asistentes del Stade de France, que vitorearon por el sueco cada vez que pudieron.
Mondo no tuvo mayores problemas para quedarse con la medalla de oro. Ese no era su objetivo. De hecho, tampoco tuvo dificultades para batir el récord olímpico. Superó fácilmente los 6.10 metros.
La diferencia entre él y el resto es abismal. El sueco es aplastante, como pocos han sido en su disciplina. Los resultados lo reflejan. El estadounidense Sam Kendricks el griego Emmanouil Karalis cerraron el podio. Fueron plata y bronce, con 5,95 y 5,90, respectivamente.
Mientras tanto Duplantis estaba en otra liga. Él estaba consciente de que estaba por convertirse en un mito y ser protagonista de un momento que sería recordado por siempre. Parecía batir el récord mundial en su primer intento, pero se apoyó con las manos, aun cuando su cuerpo había superado la altura. Fue un error que sabría superar.
Su gesta, incluso, cambió lo estipulado inicialmente. El protocolo varió y la ceremonia de entrega de medallas de los 100 metros planos, probablemente la prueba más sagrada de la cita de los cinco anillos, se demoró. Las preseas se entregaron antes de que fuera con su segundo intento para darle un respiro y algo de descanso.
El segundo también fue fallido, pero el tercero no. Voló por sobre los 6,25 para desatar la algarabía en el recinto ubicado en la capital gala. Duplantis salió corriendo hacia las tribunas, donde se encontró con la emoción de su novia, su padre Greg (experiguista estadounidense) y su madre Helena (otrora heptatleta sueca). Ahí también lo esperaban el Rey de Suecia Carlos XVI Gustavo y la Reina Silvia. También estaba el gran Renaud Lavillenie, su ídolo de la infancia, oro en Londres 2012 y plata en Río 2016. La anterior figura de la disciplina vio como su sucesor eleva su estatus al mejor de la historia.
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