Una fecha FIFA despreciada, una Copa América suspendida, Juan Pinto Durán abandonado por períodos, una pandemia que lo cambió todo. La espera ha sido larga: 359 días para ser específicos. Es el tiempo que ha pasado desde el último partido que disputó la selección nacional, aquel 15 de octubre de 2019, ante la modesta Guinea (3-2 para la Roja).

Casi un año. Y la vuelta es contra un adversario que mete miedo. Uruguay, y en el vacío estadio Centenario, donde Chile nunca ha ganado (apenas un empate en ocho partidos eliminatorios). Es el desafío que se presenta en la primera fecha de las Eliminatorias para Qatar 2022, un camino siempre largo, exigente y muchas veces tortuoso, donde lo que queda de la generación dorada, más algunas incrustaciones, intentará volver a un Mundial después del duro golpe sufrido en el proceso para Rusia 2018.

La presión está sobre Reinaldo Rueda. Su proceso ha estado siempre bajo cuestionamiento, incluso después de acabar cuarto en la Copa América de Brasil 2019. Que no llama a todos los que tiene que llamar, que no ha podido dar con el famoso recambio y un largo etcétera .

Dudas que está obligado a responder a partir de hoy, con la dificultad que implica sufrir varias e importantes bajas en las últimas semanas. Nombres que pintaban para fijos y que se quedaron al margen. Casi una decena entre jugadores titulares y complementarios. A la hora de un mal resultado, eso sí, las ausencias no le servirán de excusa al colombiano, quien todavía no sabe si contara con Isla desde el viernes. Y eso que el lateral jugó ayer como titular en Flamengo.

Lo peor para el encargado técnico de la Roja es que ni siquiera tuvo mucho margen para trabajar el duelo con la Celeste. En la teoría, casi un año. Sobre el césped, apenas una sesión, la del martes, donde ensayó una línea de tres en el fondo y dos externos que seguramente armarán una zaga de cinco. ¿Por qué no entrenó ayer en la jornada de las 9.00? No hubo una explicación clara.

Gabriel Arias en el arco, por la lesión de Bravo; tres centrales que nunca han sido titulares juntos en la Selección; Fuenzalida y Vegas (para Rueda el sucesor de Beausejour) por las bandas y Claudio Baeza como volante central (la otra alternativa es Lorenzo Reyes).

Siete escuderos para los cuatro representantes de la era gloriosa del Equipo de Todos: Charles Aránguiz, Arturo Vidal, Alexis Sánchez y Eduardo Vargas, quienes deberán cumplir una doble función. La futbolística y también la emocional. El temple de Chile se apoyará en estas cuatro figuras. Lo reconoció, y lo pidió directamente, el mismo Rueda: “Es atípico perder a siete jugadores, casi todo el bloque defensivo. Lo de los jóvenes, algunos han tenido participación internacional con sus clubes, aunque no es lo mismo estar en Eliminatorias. Esa presión sicológica hay que neutralizarla, por eso he conversado con los líderes para que los arropen bien”, comentó Rei.

“Arropados”. Esa es la clave para el entrenador cafetalero. Que los más experimentados sostengan a los nuevos. Arropados también en campo propio, con una defensa que deberá apelar a los aprendido en las charlas y en las conversaciones en la burbuja ante Covid. Arropados y agarrados a lo que sea para no sufrir un papelón en la capital charrúa.