El Arsenal tiene pasta de campeón. Aún resta mucha Premier League, pero los Gunners se quedan con los partidos que parecen perdidos. Luchan cada pelota. Ganan en el último minuto. Ha pasado más de una vez en la presente temporada y ante Bournemouth no fue la excepción. Y eso que en un momento parecía irremontable.
Los dirigidos por Mikel Arteta estuvieron abajo prácticamente desde el pitazo inicial. Tal como se escucha. Esto porque Philip Billing abría la cuenta a los nueve segundos de choque. Transición rápida y a cobrar. La visita marcaba desde el medio. El Emirates Stadium, repleto como siempre, comenzaba a preocuparse.
El local no perdió la calma, pero parecía no encontrar el camino. Manejó la pelota (81-19, para la estadísticas) y probó a puerta en múltiples ocasiones. Pero el empate no llegaba. Al contrario, el panorama se les complicaba más aún. A los 57′, Marcos Senesi ponía la lápida. O muchos pensaba que así era. Los espectadores presentes en Londres saben que su escuadra sabe de remontadas, pero también lo difícil que es concretarla.
La chispa se encendió rápido, eso sí. Thomas Partey fue el culpable de aquello. En el área chica, el ex Atlético de Madrid superó a Neto. Aparecía en el segundo palo para levantar a todos de sus butacas. Con eso llega la emoción. Solo ocho minutos después, Ben White, ingresado en el inicio del complemento, puso el 2-2. El británico remató con potencia, parecía que el guardameta repelía, pero el balón había ingresado en su totalidad. Para ponerle más suspenso, tuvo que ser el reloj y la tecnología quien le avisara al juez Chris Kavanagh que la esférica había traspasado la línea de meta.
Desde ahí, el Arsenal buscó de todas la maneras posibles. A esa altura se veía venir el final de película que sucedió. Porque, tal como ante el Aston Villa, el tanto del triunfo llegó cuando el duelo ya expiraba. El héroe en esta ocasión fue Reiss Nelson. Había entrado a los 69′ al campo, a los 70′ aportó con una asistencia y en el séptimo minuto de descuento marcó el 3-2.
En ese instante, cuando todo apuntaba al empate, capturó una segunda pelota, la paró de pecho y remató de zurda desde la entrada del área. Lo que vino después fue la euforia de los 60.222 espectadores presentes en el campo del Arsenal, que veían a sus futbolistas emocionarse hasta el llanto por dar vuelta, otra vez, un duelo imposible. Con 26 cotejos jugados, los mismos que el Manchester City, llegan a 63 unidades, contra 58 de los dirigidos por Pep Guardiola.