Arturo Vidal le muestra el camino del triunfo al Barcelona. Hasta que ingresó el Rey, el equipo de Ernesto Valverde no le encontraba la vuelta al Leganés de Javier Aguirre. Había sufrido un inesperado golpe inicial en los 12', cuando Youssef En-Nesyri le anotó un golazo a Marc-André ter Stegen y demoró bastante para conseguir la paridad. Recién en los 52' pudo igualar a través de un cabezazo de Luis Suárez, quien aprovechó un centro milimétrico de Lionel Messi.
Pero hasta ahí, los azulgranas, quienes hoy vistieron de amarillo, no eran capaces de sentar superioridad sobre la escuadra de la pequeña localidad cercana a Madrid. Con poco más que la aplicación extrema y la disciplina defensiva, el Leganés les cerraba los espacios y les impedía jugar con la tranquilidad que tanto disfrutan cuando monopolizan el control del balón. Lo suficiente como para aspirar con propiedad y mérito a lo que parecía más accesible. Un punto que podía considerarse como ganado, por más que se obtuviera en condición de local. Fundamentalmente, en función de la categoría del rival.
Valverde intentó darle un giro a su equipo con los ingresos de Ivan Rakitic y Arturo Vidal. Salieron Sergio Busquets y Antoine Griezmann. El estratega sacrificaba algo de quite y un poco de presencia ofensiva para recuperar lo que su equipo no había mostrado y que suele ser su mejor cualidad: el control del balón. Lo logró parcialmente. Vidal mostró lo de siempre, despliegue y vehemencia, al punto de que se ganó una amonestación por reclamar. Sin embargo, el mayor aporte del chileno llegó por el lado del oportunismo, cuando en los 79' aprovechó un rebote en Rubén Pérez para enviar el balón a la red y anotar el gol de un triunfo que, hasta ahí, parecía demasiado incierto.
Barcelona sigue siendo el líder de la liga y resiste la presión de ambas escuadras de la capital: el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Y Vidal vuelve a confirmar su importancia, por más que a Valverde le cueste convencerse de darle un sitio entre los once iniciales.