El Barcelona jugó pensando en la Champions League. Con equipo titular, pero a media máquina. Le cedió la ventaja al débil Rayo Vallecano para hacer el duelo más interesante. Apretó un poco y empató. Otro poco y aumentó. Ya casi con displicencia buscaron y encontraron el tercero. La prueba real será a mitad de semana.
Una aventura de Raúl de Tomás en campo contrario, auspiciada por la pasividad de la zaga culé, puso al Rayo en temprana ventaja (24'). Poco había hecho el cuadro visitante, aunque ciertamente no mucho menos que los locales.
No pasó mucho para que el Barcelona, sin apuro ni presiones, encontrara la ventaja. Cabezazo seco de Piqué tras tiro libre de Messi. Ubicado y libre como nadie, el espigado defensor azulgrana no tuvo que batallar para ganar en el aire y poner la paridad.
De ahí en más, todo para el Barcelona. Arturo Vidal tuvo una actuación sobresaliente en el mediocampo, brillando a punta de quites y recuperaciones.
La ventaja la buscaban los culés sabiendo que iba a llegar. No apresuraban: esperaban a que saliera el mejor gol. El plan se les arruinó cuando se pitó un penal inexistente contra Semedo, que convirtió con simpleza Messi. Entonces, la búsqueda del golazo volvió a reiniciarse. Una y otra vez el Barcelona incursionaba por el tercero, chocando con la doble línea de defensores contrarios, y volviendo a empezar. Así llegó el tercero: con una jugada de toques hasta el arco mismo, que Suárez solo tuvo que empujar.