La vida de Oscar Pistorius cambió completamente tras la madrigada del 14 de febrero de 2013. Ese día, el exatleta paralímpico mató a su pareja Reeva Steenkamp con cuatro disparos, en su vivienda en Pretoria, Sudáfrica. El hombre, que en ese entonces tenía 26 años, justificó su acción porque pensó que unos ladrones habían entrado a su casa. Más tarde esa versión fue desestimada por la justicia de ese país y el exdeportista, tras varios juicios, fue condenado a 13 años y cinco meses tras las rejas. Sin embargo, ahora podrá salir de la cárcel antes de lo esperado.
Una de las noticias que causó revuelo mundial fue que a Pistorius se le otorgó la libertad condicional, la cual ya se le había negado en marzo de este año. El nacido en Sandton podrá optar a ese beneficio desde el próximo 5 de enero.
“No creo en la versión de Oscar (...) No conozco a nadie que lo haga. Mi querida hija gritó por su vida, lo suficientemente alto como para que los vecinos la escuchasen”, declaró June Steenkamp, la madre de la joven asesinada, en una carta leída por sus abogados en el tribunal.
Ahora es blanco de la mafia
En Sudáfrica nadie quedó indiferente. Tanto así que se revelaron una serie de informes policiales en los que se alerta que Pistorius es blanco de la mafia de ese país, quienes “buscan venganza” por lo que hizo. La policía de esa nación está atenta: “Hemos recibido información de que hay personas que dicen que merecía pagar por matar a una joven. Sudáfrica no puede darse el lujo de tener más violencia relacionada con Pistorius y la policía trabajará muy duro para garantizar su seguridad”.
De momento, se sospecha de dos mafiosos: Marc Batchelor y Mikey Schultz; el primero es un conocido gánster, mientras que el segundo es un asesino pagado. Ambos han presenciado parte de los juicios al exatleta, que ahora tiene 37 años. De hecho, Batchelor lo amenazó con “romperle las piernas”.
Esta no es la primera vez que se deben extremar las medidas de seguridad para resguardarlo. Fuentes del medio Daily Mail declararon que tuvo que cambiar sus comidas en el interior de la cárcel por miedo a ser envenenado: “Comenzó a comer frijoles directamente de lata para estar seguro de que la comida no había sido envenenada”.