Así de rápido y fulminante. Sin anestesia y preámbulos. Después de vivir el Mundial y su vibrante final del domingo, pasamos a reencontrarnos y reencantarnos con el torneo nacional, el fútbol nuestro de cada día. Y está bien. Así debe ser. Para no perder la llama dejada por la máxima instancia y no dejar tan en el olvido nuestro sustento diario. Con cosas buenas y otras muy malas, nuestra competencia es lo que nos convoca, debemos atenderla con cariño. Eso incluye, obvio, la crítica. Así se trata lo que se quiere. Alabando lo bueno y puntualizando lo que no está bien.
Por eso, debe aplaudirse el esfuerzo de Colo Colo por seguir reforzándose: a lo que tenía agregó cuatro nombres pensando en su responsabilidad internacional. La Libertadores requiere de un esfuerzo presupuestario extra y la llegada de los Pérez, Pavez y fundamentalmente Barrios apuntan a esa dirección.
También es plausible lo de la U. Entendió que lo de Hoyos no daba para más e inició un nuevo proyecto con un técnico de enorme proyección, asumiendo los costos que la situación demandaba. Everton siguió esa línea. Comprendió que está en riesgo su proyecto deportivo y económico coqueteando con el descenso y decidió traer a nombres de categoría como Ramos y Toselli. La inversión mexicana demostró hace rato que tiene un foco en lo deportivo.
Distinta es la situación de Calera, cuyos dueños, lejos de hacer un esfuerzo por mantener la extraordinaria campaña de la primera rueda, aprovecharon para vender de inmediato a sus dos mejores figuras, Bryan Fernandez y Arias. Claramente no quieren administrar un club deportivo, sino un negocio para la venta de jugadores. Es una lástima, sobre todo para los hinchas que estaban disfrutando del rendimiento e ilusionándose con alguna clasificación internacional. Puede que ocurra, pero desprenderse de lo mejor no hace pensar que los directivos estén alineados con el hincha.
Audax hace rato que está en ese camino, pero, amenazado por el descenso, trajo dos nombres para potenciar. Es cierto, Botinelli y Bogado son más pasado que presente, pero a lo menos sus incorporaciones develan un interés en lo futbolístico más que en las ganancias económicas. La UC apuntó solo a un nombre, haciendo evidente que su presupuesto es escaso, muy diferente a cuando no era una sociedad anónima. Del resto, poco y nada. Es la realidad de nuestro fútbol, donde la mayoría de nuestros dirigentes hace mucho que decidieron no hacer gestión para dedicarse solo a administrar la mediocridad.