Atrapado en Argentina: el voleibolista Banda lleva dos meses intentando sin éxito volver a Chile
El armador de la selección chilena no ha podido cruzar la cordillera durante la pandemia. Una pana en su auto, trámites sin respuestas, y ahora la ayuda del Ministerio de Educación, son algunas de las etapas por las que ha pasado en su desesperado y frustrado plan de retorno.
El 12 de enero se bajó el telón de la ilusión olímpica para la selección chilena de vóleibol tras un Preolímpico disputado en suelo nacional. Dos victorias y una derrota sentenciaban las chances de los Guerreros Rojos, que se retiraban desconformes del Arena Monticello. Uno de los más cabizbajos fue Matías Banda (24), armador del sexteto, quien días después, en su auto, con la pena aún a flor de piel, cruzó la cordillera de vuelta a su domicilio en San Miguel de Tucumán para seguir con su vida, defendiendo al Monteros Voley Club. Un viaje que, pese a la cancelación del torneo argentino por el coronavirus, no tiene aún fecha de regreso.
“Estoy en cuarentena obligatoria desde el 20 de marzo. Justo el fin de semana anterior a eso nos quedamos eliminados en cuartos de final de la liga. Me tenía que quedar una semana más porque tenía que ver unos temas con el club y justo me agarró acá la cuarentena. Además, justo en esa semana extra el auto se me echó a perder y lo tuve que llevar al taller, donde no me lo pudieron arreglar, porque justo empezó la cuarentena… prácticamente me quedé encerrado en Argentina”, relata Banda desde su hogar. La vía de regreso a su país, para sobrevivir a la pandemia con sus cercanos, quedaba en pana.
Pudo ser batería, ruedas u otra falla, pero a Banda no le tocó sencillo. “Tuvo un problema el cuerpo de aceleración del auto… De repente andaba o de repente el acelerador no lo agarraba, al rato volvía, se me trababa el volante, y así… no me podía devolver a Chile así. Fui a la concesionaria y el repuesto no lo tenían acá, lo tenían que mandar de Buenos Aires. Ha sido un poco engorroso ese tema, pero ya me lo pudieron arreglar”, cuenta.
¿Otras opciones? El armador, de los mejores en la historia del vóley nacional, optó por no dar pasos apresurados; aunque posibilidades no tenía muchas ante las medidas preventivas en Argentina. “Hasta que no arreglara el auto no me podía ir, no lo iba a dejar tirado tampoco para poder volver. No hay vuelos todavía, está todo parado acá. No hay vuelos ni nada”, explica. Al menos, estar alejado de su familia lo digiere de buena manera; ya es costumbre: “Es difícil, pero como que ya venía de esto, sé vivirlo. Es por el bien de todos y hay que hacerlo”.
Papeleo y más problemas
Al fin con su auto arreglado, Banda concentró sus esfuerzos en otros asuntos del plan retorno, esta vez con compañía, ya que Mauricio Montero, estadístico de la selección nacional, que el resto de su tiempo trabaja para Tucumán de Gimnasia, se le uniría para realizar los tramites del regreso, para volver juntos en el vehículo del armador.
La siguiente traba fueron los permisos para movilizarse en medio de una cuarentena. Para el chileno y su compañero de odisea no ha sido fácil ni el papeleo: “Se ha demorado el tema de los permisos, los que necesito para poder moverme por acá hasta Mendoza, y desde Mendoza hasta Santiago. De un consulado me hacen hablar con otro y ese con otro... En un principio estábamos hablando con el consulado de Chile en Buenos Aires, donde consultamos todas las cosas que necesitábamos. Nos dieron una dirección de mail donde mandar todos los datos, y cuando mandamos el mail nos responden que necesitamos otro permiso más, que es uno de la PDI para que alguien nos espere en el paso Los Libertadores, que solo está abierto de carga. Entonces hay que solicitar funcionarios de la PDI para que estén ahí. Ese trámite se demora 48 horas y no calzaba con el permiso que habíamos pedido”, cuenta, añadiendo que luego lo derivaron de un consulado a otro sin respuestas, por lo que apuntó el pedido de auxilio hacia el Ministerio del Deporte.
“Le escribí por Instagram a la ministra del Deporte comentándole las trabas que tenía para volver y desde el ministerio se comunicaron conmigo para ayudarme. Están hablando con los consulados para poder conseguir los permisos para moverme entre provincias. Dentro de estos días ya debería tener los permisos para poder salir”, relata aliviado. Al parecer, la solución para volver a casa está por llegar.
Su cuarentena: entrenamiento y tecno
Mientras resuelve el asunto, y durante toda su cuarentena, ha matado el tiempo con sus dos grandes pasiones: vóleibol y música tecno. “De la selección nos mandan una rutina por semana y también estamos haciendo yoga dos o tres veces por semana, por Zoom. Es distinto entrenar así, no es lo óptimo, pero es lo necesario y lo que hay que hacer para cuidarnos. Si bien no vamos a estar bien físicamente como podríamos estar, es necesario. Hay que hacerlo”, comenta. La parte musical, en tanto, pasa a ser hobby: “He hecho un par de cursos de producción musical y con eso me entretengo para pasar la cuarentena, además de ver películas y series. Hago lo que me gusta, y si creo que está bueno, lo voy subiendo”.
Una vez publicadas sus mezclas, los primeros en reaccionar y compartirlas son el resto de la banda del tecno en el camarín de los Guerreros Rojos, donde también aparecen Simón Guerra y el capitán Dusan Bonacic. “A mis amigos les ha gustado, a los que escuchan este estilo de música”, revela el armador. Pero aunque son varios los amantes de este género en el plantel, no logran ser mayoría para mandar en el parlante de la interna: “En el camarín se escucha más reguetón, algo que le guste más a todos”.
En lo deportivo, Matías Banda llegó a cuartos de final con el Monteros, quedando eliminados ante el Bolívar Voley, en un torneo que solo llegó hasta esa instancia debido a la pandemia. “El 20 de marzo se decretó la cuarentena como hasta la primera semana de abril. Estaban en veremos, pero decidieron que la iban a cortar”, explica sobre la competencia, que simplemente finalizó sin campeón.
Estos días el seleccionado nacional también define el futuro de su carrera. Seguir en su club o emigrar es la duda. “Hay unas conversaciones ahí pero quiero ver qué es lo mejor. Está todo complicado porque no se sabe qué va a pasar en la próxima liga, tengo que ver todo eso”, comenta.
Donde sigue sí o sí es en la selección nacional. Es pieza clave y ya se ilusiona con volver a competir, esta vez en los Juegos Panamericanos Santiago 2023. “Vamos a llegar mucho más maduros, con más rodaje y partidos. Espero que el equipo esté en su totalidad jugando afuera o participando, eso le dará un plus. Estamos para más cosas”, lanza, aunque siempre con los pies en la tierra. El sexteto chileno está lejos de un oro y lo sabe: “Es difícil. Brasil y Argentina están a un nivel sudamericano sobre el resto de los países. Brasil es el último campeón olímpico y Argentina es un muy buen equipo que viene disputando la liga mundial y realizando buenas participaciones hace mucho tiempo. Es difícil, pero no todo está dicho, en un partido no se puede jugar todo, jugar en casa a lo mejor nos ayuda”.
Aunque dar vuelta la página no sana aquella herida de quedarse sin pasajes a Tokio, pero al menos la pena parece haber sido superada. “Ya lo estoy digiriendo un poco más. En su momento fue decepcionante, porque teníamos nuestro objetivo a la mano. Si bien todos los equipos eran muy parejos, el Preolímpico se definió por un par de cosas. Fue frustrante porque ya habíamos tenido una chance casi igual a esta en 2016”, recuerda.
Pese a carecer de una participación en unos Juegos Olímpicos o un Mundial de Voleibol, la generación ilusiona a una fiel hinchada que repleta recintos cada vez que juegan de local. El nivel del sexteto da para soñar. “La Base de este equipo es la generación del 95’, que venimos jugando desde los 16 o 17 años juntos. Compartimos bien, se ha hecho un buen grupo… No sé si seremos la generación dorada o algo así. Quizás cuando ya nos retiremos todos vamos a poder compararnos. Nosotros mientras estamos disfrutando esto, esforzándonos y tratando de mejorar campeonato a campeonato”, concluye.
Entrenamientos y música acompañan estos días a Matías Banda, quien, encerrado en Argentina, espera la ayuda del Ministerio del Deporte como una última esperanza para volver a su país con sus seres queridos y así, afrontar de mejor manera una pandemia que su fin parece lejano.
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