Avalancha a 7.500 metros de altura: las vivencias de los chilenos que enfrentaron la cara más dura del Manaslu

Galo Viguera
Galo Viguera, en plena ascensión al Manaslu.

Felipe Bishara y Galo Viguera vivieron una de las temporadas más trágicas que se recuerdan en la Montaña de los Espíritus, la octava cumbre más alta del planeta. A un mes de aquello, recuerdan las claves de su periplo por Nepal y reflexionan en torno al mercado que mueven los ochomiles.



En septiembre, el mundo del montañismo tuvo sus ojos sobre el Manaslu (8.163 metros de altura) y la trágica avalancha que comenzó en su campamento IV (7.500 mts) y se extendió por casi 200 metros hasta el Campo III (7.300 mts). Un desprendimiento de nieve gigantesco, que atravesó una de las líneas de ascenso del macizo y les quitó la vida a dos personas. En medio de ese acontecimiento lúgubre, se encontraban Felipe Bishara y Galo Viguera, montañistas chilenos que intentaban lograr su primer “ochomil” en la Montaña de los Espíritus.

Viguera y Bishara relatan la historia a La Tercera. Recuerdan con nostalgia sus jornadas despertando en los cordones montañosos del Himalaya, destacan la cultura espiritual de la población nepalí y agradecen la escuela de Los Andes, que les permitió sobreponerse a situaciones límite que vivieron a más de 6.000 metros de altura. También hay espacio para hablar sobre las sensaciones que sintieron cuando vieron el Campamento III totalmente destrozado por la avalancha y reflexionan en torno al negocio que existe actualmente en las altas montañas y los riesgos que aquello puede provocar.

Sus testimonios van reconstruyendo un episodio único en sus vidas, que surgió de forma casi improvisada durante una expedición de Lippi en la Patagonia, pero que una vez que comenzó a gestarse tuvo un gran proceso de preparación, llegando incluso a aclimatarse en el norte chileno. Pasaron 15 días en el Complejo Hito Cajón, paso fronterizo que se encuentra a 4.700 metros, justo en la cordillera de Atacama.

Fueron semanas de preparación destinadas 100% a una expedición que terminaría durando más de 40 días y que justo se realizaría en un momento especial del Manaslu, la octava montaña más alta del planeta. “Fue una de las temporadas de mayor tránsito de la montaña, principalmente por el hecho de que se descubrió que la cumbre que hasta entonces se conocía no era la verdadera. Si antes había 50 escaladores, ahora había 400 y otros 400 sherpas, entonces había una congestión importante”, confiesa Bishara. Ese factor que terminaría siendo determinante en todo lo que pasaría después en el ochomil.

Una avalancha mortal

Es el 25 de septiembre y justo antes de una tercera rotación el Manaslu, los montañistas nacionales deciden separar caminos y una conversación entre ambos determina que finalmente Galo subiría con un fotógrafo y Bishara se quedaría en el campamento base (4.750 mts), esperando que compañero concluyera la rotación.

El plan tuvo modificaciones. Tras una jornada sin actividad, este último decide que al día siguiente hará una subida liviana desde el campamento base al campamento IV. “Me iba a levantar a las cuatro de la mañana para salir, pero me desvelo y termino despertando a las siete, por lo que mi salida finalmente es tres horas más tarde. Llego al Campamento II (6.300 mts) en muy buen tiempo y ahí me topo a Galo, quien había dormido allá la noche anterior. Decidimos seguir subiendo juntos, pero cuando estábamos hidratándonos para empezar a seguir ruta nos informan que hubo una avalancha del IV al III. Se hablaba de fallecidos y desaparecidos”, recuerda el montañista que vive hace seis años en la Patagonia.

Una hora y media después de aquel aviso por radio, los chilenos deciden subir al campamento III, donde Viguera iba a dormir esa noche. “Nos encontramos con una escena realmente desconsoladora. Sobre todo después de haber estado semanas conociendo la cultura, generando una relación con la montaña, conectando con los otros montañistas. No me gusta la palabra, pero creo que todos entramos en un estado de entender que la muerte estaba ahí mismo dando vueltas y que eventualmente iban a haber cuerpos”, advierte Bishara

En total, 14 escaladores fueron arrasados por la nieve ese día, provocando el fallecimiento de dos personas. Uno era un sherpa y la otra Hillary Nelson, reconocida mundialmente por ser la primera mujer en hacer cumbre en dos ochomiles (Everest y Lhotse) en un ataque de 24 horas.

Esa historia está conectada a Viguera, no solo porque ambos intentaban hacer el descenso del Manaslu esquiando, sino porque también se cruzaron varias veces en la montaña. De hecho, tuvo la chance de ver al esposo de la norteamericana solo minutos después de la avalancha. “Cuando llegamos al campo III me puse a armar mi carpa con la noticia de que había 20 desaparecidos, una verdadera catástrofe. Fue ahí que vi a Jim Morrison (pareja de Nelson) justo de frente. Venía arrastrando los esquíes, con el oxígeno puesto y caminando medio destrozado. Yo miro para atrás y no veo a su señora. Eso me golpeó mucho porque entendí que una persona había fallecido haciendo lo mismo que yo intentaba. Eso, sumado a los 20 desaparecidos en un periodo de 10 minutos fue mucho para mi cabeza. Lloré mientras armaba mi carpa”, cuenta el esquiador nacional.

El negocio de la montaña

Casi una semana después de las avalanchas que atacaron el Manaslu el 26 de septiembre, la dupla nacional decidió intentar llegar a la cumbre. A diferencia de la mayoría de los grupos comerciales que se encontraban en el macizo, optaron por comenzar el trayecto en el Campo I (5.600 mts) y no en el Campo III. Hoy lo terminan agradeciendo: “Llegamos al campamento y tipo cinco de la tarde se puso a nevar. Pensamos que sería algo pequeño, pero cayó cerca de un metro de nieve en un periodo menor a 12 horas con viento y una temperatura muy baja. No tuvimos que hablar mucho, se sentía el peligro de una nueva avalancha”, dice el esquiador, desde Nepal.

El retorno al Campo Base tuvo muchos peligros. Abrieron huella, se encontraron cuerdas fijas totalmente tapadas y vieron como se hacían líneas en el manto de nieve. De hecho, ese día hubo otro accidente y falleció un guía, llevando inevitablemente la conversación en torno al mercado de las montañas y cómo esto altera la forma de entender las grandes cumbres. “El como se ha llevado el negocio de la montaña te permite ver hasta a sherpas cambiándole los mosquetones a clientes. Ninguna de estas personas estaba pensando en sí misma. No analizaban que nevó dos metros en 24 horas y eso donde sea es riesgo de avalancha. Se preguntaban cuando dejaba de nevar para empezar a moverse y yo en verdad no lo podía creer”, comenta Bishara. Galo complementa: “La gente no tenía idea el riesgo que corrió ese día en el descenso, solo lo sabían las personas que los llevaban”.

Finalmente, los representantes del equipo Lippi no lograron hacer cumbre. “Preferimos ser montañistas con experiencia que unos montañistas con suerte. Respetamos a los que lograron llegar a la cumbre ese día, pero creemos que se la rifaron. Aquí tienes a dos personas que van a tomar decisiones en base a la vida. No vamos a dejar un factor importante a la suerte”, concluye Felipe, quien asegura que en sus planes siguen los Himalaya. Apunta a volver al Ama Dablam o al Cho Oyu. Galo por su parte también se suma: “100% de que se vuelve”.

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