Otra vez, un avión interfiere en el camino del fútbol. Siete tragedias anteceden a la que podría ser la octava. El condicional es casi expresión de fe. El delantero argentino Emiliano Sala está desaparecido. Se perdió el rastro del avión que lo trasladaba desde Nantes, la sede del club francés que dejaba, hacia Cardiff, en Gales, cuyo equipo juega en la Premier League inglesa. El temor y la esperanza conviven, en porcentajes difíciles de determinar, con la incertidumbre respecto del desenlace.
El atacante (28) iba en camino a incorporarse al club galés luego del traspaso más caro en su carrera. En una broma que puede transformarse en desgraciada premonición, Sala les había enviado un audio a sus amigos. "Estoy acá arriba del avión que parece que se está por caer a pedazos. Y me estoy yendo para Cardiff, loco, que mañana sí ya arrancamos. A la tarde arrancamos a entrenar, muchachos, en mi nuevo equipo", fue la primera parte. "A ver qué pasa. Así que, ¿cómo andan ustedes hermanitos, todo bien? Si en una hora y media no tienen novedades mías, no sé si van a mandar a alguien a buscarme porque no me encontrar, pero ya saben... Papá, ¡qué miedo que tengo!", añade el registro.
El sábado se confirmaba la transferencia desde el Nantes, donde se las ingenió para anotar 12 goles en la actual temporada y discutirle el protagonismo a figuras como Neymar y Cavani. Los británicos, a los que entre 2013 y 2014 defendió Gary Medel, pagaron US$ 19,3 millones por él. La cifra es la más alta que han invertido en un futbolista, pero se justificaba en la necesidad de mejorar el ataque para escapar del indecoroso 18º puesto en la tabla y, por consiguiente, del riesgo del descenso.
El último trámite de Sala era despedirse de los afectos que quedaban en Francia. Ahí desarrolló toda su carrera. En Nantes era ídolo. "No podía salir de su casa. Era impresionante el cariño que le tenía la gente. Había ido a despedirse ", dice Horacio, su padre, en Argentina. Un vuelo privado lo llevaría a un nuevo club, a una nueva vida.
Sala aún no ha llegado a destino. A primera hora de ayer se conoció que la avioneta PA 46 Malibu, que lo llevaba, había perdido contacto con las torres de control cuando cruzaba el Canal de la Mancha. De inmediato se activaron las operaciones de búsqueda. Los hinchas se reúnen. Los creyentes rezan y en las redes sociales los mensajes se agrupan en el hashtag #PrayForSala.
Durante la jornada, la policía de Guernsey, isla en medio del estrecho, informaba que se habían hallado objetos flotando en el mar, aunque sin certeza respecto de si eran producto de un todavía eventual accidente. Avanzada la tarde, ya noche en Europa, las labores se daban por suspendidas por falta de luz. Según el reporte, la posibilidad de supervivencia ante un impacto que todavía se presume, son 'ínfimas'.
La familia Sala está, naturalmente, desesperada. Pide información, que no recibe. "Las horas pasan y pienso lo peor. Nadie se ha comunicado con nosotros. No tengo más palabras. Lo único que quisiera es que lo encuentren. Alguien tendría que explicarme esto. Si lo conocen todos en Europa", dice. También se refiere a las proyecciones de su carrera. "Podía haber llegado a la selección. Estaba ahí con Mbappé. Se dieron la mano. Esperemos...", dice.
El fútbol ya se ha enlutado antes por accidentes aéreos. El Torino, en 1949; el Manchester United, en 1958; Green Cross, en 1961; Alianza Lima, en 1987; la selección de Zambia, en 1993; Chapecoense, en 2016; y el presidente del Leicester City, Vichai Srivaddhanaprabh, el año pasado, forman parte de una bitácora de infortunios que se llevaron vidas y sueños.