Un amigo bien informado en la interna del Sifup me cuenta algo desolador: "Entre un 50% y 60% de los jugadores quería suspender el campeonato. Pero no por solidaridad con los movimientos sociales o miedo a las barras, el motivo era irse luego de vacaciones". Esa cómoda ceguera les está costando muy caro: le dejaron servida en bandeja a los dirigentes el corte de cabezas, las disminuciones de sueldos y premios. La cesantía que viene en el fútbol profesional chileno es de volúmenes solo vistos en los primeros años de Reinaldo Sánchez. Ni siquiera en la nefasta administración Rolando Molina-Ambrosio Rodríguez, en plena crisis económica post 1982, vimos a los jugadores en una posición tan frágil y con tan escaso margen de negociación.
En Colo Colo, por ejemplo, acaban de cambiar a Jorge Valdivia por Matías Fernández, quien firmó por la cuarta parte del sueldo que percibía el Mago. Caras le salieron a Valdivia esas ganas irrefrenables de suspenderlo todo y agarrar la toalla y el bloqueador. En la U la podadora pasó con ganas. A Rodríguez y Benegas, citando dos nombres importantes, les ofrecieron cifras que eran invitaciones a la renuncia. Con Herrera ni se molestaron en ofrecer nada: De Paul titular y un juvenil a la banca.
En los equipos más chicos la cosa es peor. Sueldos rebajados a la mitad, contratos que no son renovados, ofertas bajísimas. El mercado de verano del fútbol chileno, la famosa danza de nombres que tanto ilusiona al hincha, esta temporada será una depresión. Hemos visto cómo descaradamente los empresarios que tienen intereses creados en varias instituciones hacen pases mágicos entre un club y otro, traspasando jugadores y técnicos sin delicadeza alguna. Y "todo por dos pesos", como el viejo programa de humor de la televisión argentina.
Por supuesto que este panorama deprimido tiene como principales víctimas a los jugadores de sueldos más bajos, los que no tienen cartel y difícilmente lleguen a un equipo grande y menos al extranjero. Las pymes de nuestro fútbol. Los consagrados y veteranos tienen suficientes espaldas para aguantar la crisis ¿A qué se parece? El ajuste del cinturón se venía anunciando antes del 18 de octubre, la decisión de suspender la temporada lo hizo realidad y con argumentos de peso, incontestables. Un balazo en los pies que los futbolistas chilenos lamentarán por años.