El banderazo de Márcico y Pumpido
El volante es un emblema de Boca y el arquero lo es de River. Recuerdos de La Bombonera y el Monumental en una conversación que ayuda a contextualizar y explicar el embrujo de un duelo eterno que tiene paralizado al mundo.
En cualquier equipo de fútbol con sueños gigantes se necesita para resistir un arquero como Nery Alberto Pumpido (61), el único número 1 campeón del mundo con River (Intercontinental 1986) y con la selección argentina (México, también en el 86). Eso sí, resulta imprescindible además un talento como Alberto José Márcico (58), uno de los tres 10 de Boca más queridos en los últimos 40 años (solamente superado por Juan Román Riquelme y Diego Maradona), el líder de aquella formación que cortó en 1992 una sequía de 11 años sin títulos locales, con Carlos Navarro Montoya en el arco y con Óscar Washington Tabárez como entrenador. Vaya si ostentan pergaminos uno y otro para empezar a jugar con La Tercera las históricas finales superclásicas de la Libertadores que ya se vienen.
Cada vez que Pumpido deja su Santa Fe natal y pasa por el Monumental, las puertas se le abren de par en par. El cariño y el respeto se abalanzan sobre él para agradecerle. "Yo pagaría mucha plata por estar adentro de la cancha en estas finales. Son partidos en los que no se necesitan palabras ni charlas para arengar ni videos motivacionales. Más condimentos imposible. Los jugadores que jueguen deberán agradecerle al fútbol por ser parte de este momento histórico y también disfrutarlo", dice Nery.
No hay lugar de Buenos Aires por el que camine Márcico sin que un hincha de Boca lo identifique y le reclame con amor total una foto, un saludo, un autógrafo... El Beto encierra ese encanto que significa ser hincha de verdad: mucho antes de ser jugador de Boca, cuando pertenecía a Ferro, se escapaba para ver los partidos en la Bombonera. Por eso ahora afirma: "No estoy viviendo relajado estos días. Lo siento como hincha, lo vivo así. Lo único que no mantengo es la cargada, eso se me terminó. Ya no soy de mandar mensajes, pero mis amigos de River no me perdonan: cuando nos ganan, me mandan como 70 mil ja, ja, ja".
Sin regalar espacio para la pregunta y acompañando a Pumpido en las sensaciones, también Márcico se imagina como jugador: "¡¡¡Lo que daría por jugar estas finales, por Dios!!! Envidio buenamente a los muchachos que saldrán a la cancha. Van a ser partidos terribles, hermosos para jugarlos. No serán los más grandes en la vida de Boca, porque no se comparan con aquellos que terminaron en las intercontinentales ganadas al Borussia, al Real Madrid y al Milan, pero sin dudas serán los Superclásicos más importantes de la historia".
Enseguida empiezan a sumergirse en el juego y sus particularidades. "No me animo a decir quién llega mejor o peor. En un clásico todo se equipara. Llegan muy parecidos", opina Pumpido vía telefónica desde su casa santafesina.
"Yo veo una definición muy pareja, demasiado pareja. En los últimos clásicos, Boca perdió, pero estuvo cerca de empatarle y hasta de ganarle a River. Y ahora creo que Boca llega mejor que a los Superclásicos anteriores. Van a ser partidos emocionalmente muy fuertes. Habrá que trabajar mucho en la cabeza. Boca llega individualmente mejor que River, pero River es un poquito más en lo colectivo", analiza Márcico desde un rincón del barrio porteño de Belgrano.
Coinciden Pumpido y Márcico en el buen momento que atraviesan algunos futbolistas de ataque de Boca. "River tiene un fútbol más dinámico. Boca es más duro y saldrá a cortar en el medio, pero arriba tiene jugadores que hoy están desequilibrando mucho", aporta Nery.
"Me gusta lo que hace Guillermo. Está manejando bien el tema de los dos centrodelanteros. Wanchope Ábila pelea con los centrales, desgasta, y está muy derecho para el gol. Siempre tiene situaciones, se ubica muy bien para recibir los desbordes y define. Y Benedetto sale de una lesión en el tendón, que no permite agarrar la mejor forma física rápidamente; por eso lo pone un rato. El Pipa es un gran goleador también. Se nota: entra y la mete. Cualquiera de los dos puede hacer el gol que defina la Copa Libertadores".
Imaginan clásicos muy trabados en la mitad de la cancha. Y lo argumentan, por supuesto. "La baja de Ponzio va a pesar en la mitad de la cancha, pero Enzo Pérez tiene experiencia hasta en Mundiales. Y si Gallardo pone a Zuculini, será un medio armado para chocar con el de Boca", reflexiona Pumpido. Y agrega: "River ahí además tiene a Palacios, que va de un lado a otro, y a Pity Martínez, con mucha movilidad".
Con su particular estilo, redondea Márcico ese tema vinculado con el mediocampo: "Boca deberá tomar nota de los últimos dos partidos que perdió. Ahí River lo dejó salir un poco y lo presionó muy bien en el medio. Ahora Barros Schelotto sumó a Nández al lado de Barrios. Ahí hay mucho esfuerzo y despliegue. Pero no es sólo correr. Hay que saber correr, porque River maneja muy bien la pelota. Igual a Boca le conviene pelear el partido más que jugarlo. Ya River ganó varios clásicos jugando a lo Boca. Y eso no puede volver a pasarnos. Además, hay que tener en cuenta que Boca juega muy bien de visitante y puede ser ventajoso cerrar en el Monumental".
Aunque la sensación es que en el arco River está mucho más firme con Armani que Boca con Rossi, Pumpido y Márcico recorren ese aspecto estableciendo otra mirada. "Todos los arqueros tienen algún momento de irregularidad, ninguno es imbatible. A Rossi lo veo muy bien. No hay que olvidarse que ya ganó dos títulos como arquero titular de Boca", dice Nery, el especialista en el puesto. Y el Beto complementa: "Rossi es arquero para Boca. Cometió algún error grave en el arranque de la Copa, contra Palmeiras. Fue hace mucho ya, en el inicio del año. Después se afirmó. Además, la defensa es otra: ganó firmeza con la incorporación de Izquierdoz".
No puede faltar en la mesa del análisis previo de estas finales Superclásicas la ausencia de Marcelo Gallardo, el DT de River sancionado por la Conmebol que ni siquiera podrá ingresar a la Bombonera, aunque en la revancha en el Monumental sí podrá observar, aunque sea desde un palco. "Sería mucho mejor que el Muñeco estuviera en el banco, dando indicaciones, pero su falta no incidirá. Ya se vio en Brasil. Y ahora los jugadores también se mentalizarán para responder sin su presencia", asegura Pumpido.
Mucho más contundente en ese sentido resulta Márcico: "No hay que darles tanta importancia a esas cosas. El ayudante de Gallardo es Matías Biscay, que tiene nivel, que conoce al Muñeco hace tiempo y que es respetado por los jugadores. No sé cuánto los futbolistas de River le prestan atención al banco de suplentes. Yo, cuando jugaba, no estaba mirando todo el tiempo para ver qué decía el entrenador".
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