El partido entre Huachipato y Universidad Católica terminó disputándose en un barrial. No lo previeron el dueño de casa, ni la ANFP ni el juez Eduardo Gamboa. Lo menos que vieron quienes pagaron desde 11 mil pesos por un asiento, fue fútbol.

Gamboa intentó explicarlo. "Cuando salimos a revisar el terreno solamente había una poza en uno de los arcos. El terreno estaba en buenas condiciones para jugar. Luego cayó mucha más agua y cuando en el terreno de juego hay un trajín entre jugadores, el agua empieza a reflotar. Una vez comenzado el partido es más complicado suspender", declaró.

El reglamento faculta al juez para abortar un partido. Lo establece el artículo 103: "Los árbitros podrán suspender el partido, durante su desarrollo, cuando el campo adquiera el estado de carencia de condiciones mínimas para continuarlo o exista falta de voluntad".

La UC se quejó. "Había más agua que la que hubo en San Carlos el partido pasado. Tiene que existir un criterio parejo", refutó su presidente, Juan Tagle.

"Tengo que tomar una decisión en el terreno de juego antes de que comience. Para suspender tiene que ser muy exagerado todo o que las condiciones climáticas no lo permitan. Una vez comenzado el partido es más difícil tomar una decisión que cuando el partido se está jugando. Para mí, la cancha estaba en buenas condiciones. Por algo se siguió jugando", contestó Gamboa.

Los exárbitros

Iván Guerrero, exjefe de los árbitros, apunta que la decisión de abortar es multifactorial. "Está la presión de los directivos, de que el viaje está pagado. A veces uno se deja llevar y piensa en el gasto, pero no en lo que puede pasar con los jugadores, en lo feo del espectáculo. Es una lesera que no se suspenda, porque el único culpable es el árbitro", sostiene.

En tanto, su colega Pablo Pozo, quien también encabezó a los réferis, es categórico. "Estas cosas no pueden volver a pasar", sentenció a Fox Sports.