La tarea, en rigor, estaba hecha. En la ida, en el Allianz Arena, el Bayern Múnich se había impuesto por 5-0 sobre Besiktas, lo que ya lo ponía virtualmente en los cuartos de final de la Champions League. Sin embargo, faltaba la otra mitad. Y en ella, más con solidez y sobriedad que otra cosa, el cuadro bávaro consolidó la victoria global con otra parcial, ahora más estrecha: 1-3. La llave quedó en un contundente 8-1 favorable a los pupilos de Jupp Heynckes.
Lo hizo imponiendo sus términos durante todo el juego. Más allá de que las cifras de la primera mitad arrojen una posesión repartida, tónica que se repitió en la segunda etapa con un Besiktas más combativo y jugado, ya sin nada que perder y que incluso descontó a través de Vágner Love, lo concreto es que el equipo alemán apuró cuando quiso. Incluso desde el primer minuto, cuando Arturo Vidal cabeceó en posición de gol, en la ocasión más clara que dispuso en el partido. El mediocampista, de paso, se impuso en el particular duelo de chilenos ante Gary Medel. El Pitbull, relegado a la posición de central izquierdo, tuvo poca influencia en el juego, más allá de su acostumbrado tesón al momento de disputar la pelota y de su atinada entrega del balón. El Rey, en cambio, se movió por todo el mediocampo, pidió recurrentemente el balón, lo entregó siempre bien y agregó el despliegue que lo llevó a convertirse en referencia en el poderoso equipo muniqués.
El cuadro germano abrió la cuenta en los 18'. Müller, con un centro desde el sector derecho encontró a Thiago Alcántara posicionado como virtual centrodelantero. El ex Barcelona sólo tuvo que empujar el balón para conquistar su segundo gol personal en la Champions. Besiktas insistió en su plan de discutirle, en la medida de lo posible, de igual a igual a su adversario. Con esa actitud, de paso, mantuvo el respaldo de sus aficionados, que transformaron el partido en una final, más allá de que en la práctica ya no quedara nada en juego. El autogol de Gökhan Gönül, 37 segundos después del inicio del segundo tiempo, sumó un nuevo golpe. Pero el ánimo, al menos en las gradas, no decayó.
Desprejuiciado, Besiktas intentó pasar al frente. Acortar, al menos en la última imagen que quedaría en la retina, la evidente distancia de nivel entre una y otra escuadra. Y lo consiguió a través del brasileño Vágner Love, en los 58', en el único gol que marcó en la llave.
La parte final del partido se traduce, virtualmente, en un mero trámite. Besiktas atacó, pero porque, en gran medida, el Bayern se lo permitió relegándose para generar una nueva carga letal. Que llegó a siete minutos del final y que le permitió a Wagner anotar el 1-3 en la boca del arco. El boleto para los cuartos de final estaba asegurado hace un buen rato.