Bélgica viene siendo, hace tiempo, un equipo sobre el que están cifradas altas expectativas. Los Diablos Rojos concentran a buena parte de los jugadores que son protagonistas en clubes de alcurnia. Incluso se puede afirmar con propiedad que algunos de ellos están entre los mejores futbolistas de la actualidad. Sin embargo, por alguna razón, no concretan en conjunto el potencial que tienen por separado. Por falta de cohesión o por mezquindad.
Ahora, al menos, logran avanzar de ronda en la Eurocopa. Lo hacen, eso sí, con palidez. De hecho, tuvieron que cuidar el cero al extremo de terminar, literalmente, pidiendo la hora. Llevándose el balón a la esquina para que dejar que el cronómetro avanzara sin peligro de un bochorno. Esperando el pitazo final casi como si fuera una señal divina. Ucrania, que podía perfectamente arruinarles la fiesta, lo intentó, pero no pudo, aunque lo suyo es menos cuestionable, precisamente, en función de la diferencia de potencial El marcador terminó empatado en blanco. Los amarillos defendieron el invicto de su arco como pudieron. A veces, extremando el dispositivo defensivo. Aunque al final también se les abrió el apetito y se lanzaron en busca del todo o nada. Y casi se llevan algo. Algo que, por cierto, habría resultado histórico.
La prueba de fuego
La explicación para tan mezquino comportamiento belga sobre el final obedece a que cualquier error habría resultado fatal. De hecho, la estadística consigna que todos acumularon cuatro unidades y que la clasificación de belgas y rumanos, que lideraron el grupo, después de igualar con Eslovaquia, se dirimió por diferencia de goles.
El desenlace, de hecho, fue dramático, porque Heorhiy Sudakov tuvo en sus pies la posibilidad de cambiar completamente la historia. Sin embargo, la falló. Y ya no hubo más chances claras para desnivelar en el arco de Koen Casteels.
Antes, hubo un par más de ocasiones para que el equipo que dirige Serhiy Rebrov desnivelara el marcador y arruinara los planes del equipo del italiano Domenico Tedesco. Ninguna, aunque suene a redundancia, terminó en el destino esperado.
Un final con derrota belga habría resultado ingrato para un trámite que, al menos en la posesión y en las ocasiones de gol les había favorecido con cierta amplitud, pero, aún así, lejos de lo que se les debe exigir Sin embargo, la falta de efectividad, pese a que Johan Bakayoko, Lukaku y Yanick Carrasco dispusieron de ocasiones para vencer el arco ucraniano, los llevó a sufrir, al punto de traicionar los principios futbolísticos que habían puesto a esta generación de futbolistas en la mira del mundo, más allá de que no hayan sido capaces de ratificar su potencial en las competencias de alto vuelo. En el Mundial de Qatar, de hecho, decepcionaron. Se fueron eliminados en la fase de grupos. Ahora, como si se tratara de un recordatorio, el calendario los pondrá enfrente de Francia, subcampeón de ese certamen. Una auténtica prueba de fuego.
En el duelo entre Eslovaquia y Rumania, Ondrej Duda abrió el marcador en los 24′. La igualdad la marcó Razvan Marin, en los 37′, mediante un lanzamiento penal.