Cada vez que los medios vuelven a poner su atención en Marcelo Bielsa, hay algo parecido a la felicidad que me irradia por dentro. No tengo una relación cercana con él ni nada que se le parezca. Como le pasa a muchos, el conocimiento que tengo de su vida, de sus ideas, es fruto de las informaciones que los mismos medios entregan cada tanto. A veces le pierdo la pista. Y es como si no estuviera. Entonces, esas seis letras que conforman su nombre vuelven a aparecer en algún titular, como ahora que a cargo del Leeds ha conseguido un arranque inédito en la historia del club inglés: cuatro partidos, cuatro victorias.

Los hinchas del Leeds no caben en sí de la alegría. Llevan tiempo soñando con regresar a la Premier League -desde que descendieron en 2004- y hoy alimentan la esperanza con más fuerza que nunca. De conseguirlo, Bielsa tendrá un lugar importantísimo en la historia del club, aunque eso, me atrevería a decir, no es lo que más le importe.

En la eterna lucha entre aquellos que anteponen el resultado por encima del estilo de juego, sobra decir en qué bando se inscribe Bielsa -extrapolándolo a la vida, esa definición es una verdadera declaración de principios-. Los hinchas del Olympique de Marsella (OM) recuerdan el paso del argentino (2014-2015) como el año en que el OM practicó el fútbol más bello de toda su historia. Pero claro, no sumó ninguna copa a la vitrina del club. Con todo, a muchos jugadores el haber sido dirigidos por Bielsa les cambió la vida.

Uno de ellos fue Benjamin Mendy. El lateral que integró el plantel de Francia que conquistó la última copa del mundo recordó así la temporada del argentino en el OM: "Yo ya tenía un buen nivel, pero Bielsa me hizo aterrizar en otro planeta".

El volante Dimitri Payet -internacional con Francia y actual manija del OM- tampoco olvida: "Lo que me dio en una temporada sé que me va a servir hasta el final de mi carrera pero también en toda mi vida. Me dio una lección de fútbol y también una lección humana. Humanamente es un personaje fuera de lo común. Cuando trabajas con él eres otra persona, no cabe la menor duda".

De esa misma temporada son las palabras que les dedicó a sus jugadores en el camarín, luego de haber igualado sin goles ante el Lyon, las mismas que se hicieron virales en redes sociales: "Escúchenme lo que les voy a decir: si ustedes juegan así como jugaron hoy, de aquí al final del campeonato van a tener el premio que se merecen (…) Hoy se mataron por el partido, lo merecieron y no lo consiguieron. Acepten la injusticia, que todo se equilibra al final".

En el Leeds ya ha dado cuenta de su particular forma de dirigir. Lo primero que hizo una vez que llegó fue preguntar a los dirigentes cuántas horas debía trabajar un hincha para poder pagar la entrada a un partido. Le dijeron que tres. Entonces, envió a sus jugadores a recoger basura alrededor del estadio por espacio de tres horas con el fin que pudieran dimensionar el esfuerzo que hacen los hinchas para ir, domingo a domingo, a verlos jugar.

En medio de tanta vacuidad, cuando no son pocos los que persiguen un éxito vacío y despojado de sentido, Bielsa es un faro en mitad del océano. Un faro que nos dice que algunas medallas no son más que pura banalidad, que la vida se juega en otras cosas, que tal vez Teillier tenía razón cuando escribía: "Bajo el cielo nacido tras la lluvia/ escucho un leve deslizarse de remos en el agua,/ mientras pienso que la felicidad/ no es sino un leve deslizarse de remos en el agua./ O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco,/ esa luz que aparece y desaparece/ en el oscuro oleaje de los años/ lentos como una cena tras un entierro".