De aquel equipo apuntado como el candidato principal para quedarse con el Mundial sólo asomó en Rusia la camiseta y los carteles de publicidad. De Neymar y compañía, todavía no hay mayores luces en la canchar. El fútbol de la Canarinha asomó a cuentagotas en San Petersburgo al punto de que sufrió lo inimaginable para doblegar por 2-0 a Costa Rica, cuando el encuentro ya se iba. Y es que tal como vienen padeciendo todos los poderosos en esta Copa, el favoritismo se está transformando en una mochila difícil de cargar. Incluso para el todopoderoso Scratch.
Brasil volvió a desilucionar. Tal como ante Suiza en el debut. No fue capaz de sostener el partido durante los 90 minutos y recién aparecieron las individualidades cuando se dio cuenta que se les iba de las mano el juego, en los descuentos. Un primer tiempo muy flojo, errático, y un segundo tiempo sostenido por arrestos de sus delanteros, que extrañamente no están precisos en los últimos metros. De la enorme gama de definidores con las que cuenta Tite, ninguno revalidó todavía sus credenciales. Ni siquiera Neymar, que venía a reclamar su trono de mejor del mundo y hasta ahora solo le alcanza para engrosar la lista de decepciones más allá del gol del final.
Es cierto que el astro brasileño llegó sin ritmo de competencia y además sufre con la rudeza de los defensores rivales, pero aquello no parece ser excusa para lo poco que ha mostrado. Más preocupado de buscar la falta que de resolver correctamente lo que marca la jugada, el astro surgido en Santos asoma a pestañazos. Y aquello lo padece Brasil, que con su líder a media luz, pierde brillantez y contundencia. De este modo, Neymar, hasta ahora, ha hecho más noticia por su look y sus molestias en los entrenamientos, que por su juego y habilidad para conducir a su selección al triunfo.
Sin su referencia en plenitud, el resto no asoma con la jerarquía que necesita Brasil. Ni Gabriel Jesus, ni Coutinho ni Willian han podido repetir con la camiseta de su selección todo lo que mostraron en la última temporada en sus clubes. Entonces, con el frente de ataque a media luz, al Scratch le cuesta un mundo generar. En el primer tiempo, apenas tuvo un par de remates de media distancia que complicaron a Keylor Navas. Es cierto que en el segundo tiempo el arquero de Real Madrid tuvo más trabajo, pero aquello estuvo más ligado a que Costa Rica comenzó a defender prácticamente en su propia área.
Ni siquiera los ingresos de Douglas Costa y Firmino en el segundo tiempo le alcanzaban a Brasil para romper la inercia. Es cierto que sumó más hombres cerca del área y generó algunas chances para convertir, pero le costó un mundo poner a un delantero de cara al gol. En la mayoría de las veces, siempre apareció una pierna salvadora o un cruce milagroso ante algún remate de media distancia.
Pero cuando defiendes tan cerca de tu área, como Costa Rica, no te puedes dormir en ninguna pelota que queda suelta alrededor de tu arco. Y así lo padeció el elenco centroamericano tras un envío largo desde la derecha que fue pivoteado por Casemiro. La pelota no la pudo controlar Firmino, quedó boteando y como un velocista apareció anticipando a todos Coutinho, quien con un puntazo que se metió por entre las piernas de Navas, decretó la apertura de la cuenta en los descuentos. Desahogo para Brasil y ni hablar para Tite, que en su loca carrera de festejo terminó enterrado en el pasto como un niño. Sobre el final, Neymar decretaría el 2-0 final, que sirvió para que el astro se sacara meses de angustia, con llanto incluido, por la lesión que padeció. El gran candidato asoma la cabeza, pero el fútbol todavía no llega a Rusia.