Más que el nivel de la selección de Bolivia, una de las más discretas de Sudamérica, la principal dificultad de enfrentarla es la altitud. Los 3.600 metros de La Paz, la ciudad que aloja el estadio Hernando Siles se transforman en el enemigo más temido por los adversarios del combinado altiplánico. Brasil no fue la excepción.
Después del empate sin goles, gracias a la notable actuación del portero de Huachipato Carlos Lampe, el pentacampeón del mundo recurrió a una ayuda adicional para restablecerse: el plantel ocupó tanques y mascarillas con oxígero para, literalmente, recuperar el aire después del esfuerzo que, para muchos, resulta sobrehumano.
El Scratch lució la imagen a través de las redes sociales.
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