Tuvo que pasar un año, diez meses y 22 días para que Claudio Bravo se volviese a poner la camiseta de la Selección. Lo hizo como de costumbre: cantando el himno fuerte, masticando chicle y con la mano derecha pegada al corazón.

Desde el primer minuto, el arquero demostró estar gozando su retorno. De aquel fatídico partido, en el que la Roja cayó ante Brasil por 0-3, en el encuentro que dejó a Chile fuera del Mundial de Rusia 2018, en Sao Paulo, y en la que se abrió el conflicto con Arturo Vidal, solo quedará como el recuerdo de la última aparición del bicampeón de América.

Es que seiscientos noventa y cuatro días después de aquel desencuentro, el nacido en Viluco volvió a ponerse bajo el arco. Esta vez no lo hizo como capitán, pues Reinaldo Rueda optó por entregársela finamente a Alexis Sánchez. La última vez que el guardameta no portó el brazalete fue el 21 de noviembre de 2007, en el Nacional, en el duelo que la Roja de Marcelo Bielsa cayó por 0-3 ante Paraguay. En esa jornada, Marcelo Salas, quien ayer estuvo presente en el duelo, lideró aquel equipo que se fue entre las pifias del público chileno.

En Los Ángeles, Bravo volvió a demostrar su calidad, pese a tener un arranque dubitativo con los pies. Se equivocó en dos salidas, que dejaron en evidencia su ansiedad. Quizás, una bandera de Chile que llevaba grabada el nombre de Viluco, su pueblo natal, lo ayudó a ganar tranquilidad. Poco le importó que todas las miradas estuviesen puestas sobre su retorno. En el círculo central, antes de iniciara el encuentro, escuchó con atención las arengas e instrucciones de un empoderado Alexis. Corrió hacia su arco con una toalla azul.

La primera arremetida contra su portería fue a los 12'. El transandino Dybala remató de fuera del área, pero desviado. A los 23', sin embargo, el jugador del City demostró su calidad para repeler el disparo del mismo Dybala. La gran respuesta del meta le valió aplausos de sus compañeros.

Con el transcurso de los minutos, Bravo se sumó con más confianza al juego del equipo. Se encargó de ordenar a sus compañeros, y gritó en más de una oportunidad a Paulo Díaz, el mejor de la cancha. Su liderazgo y trayectoria se hicieron sentir en una defensa que siguió sus consejos. Su juego con los pies fue valorado por Reinaldo Rueda, quien ve al de Viluco como el primer hombre para salir jugando desde el fondo del campo de juego.

Poca acción

Durante la segunda parte, Bravo vio poca acción, pero cuando fue exigido respondió con seguridad. A los 70' le atajó a Lautaro Martínez un remate, que se originó sin marca tras una desinteligencia de la defensa. Pocos minutos después lo salvó el travesaño.

Los números (ver tabla), aprueban el debut de Bravo. El capitán sin jineta está de vuelta. Y para quedarse.