Ando a la búsqueda de una persona que el día miércoles 19 de junio fue a las oficinas de la ANFP en Quilín, entró por una puerta lateral esquivando a los periodistas, se reunió con el directorio del fútbol chileno y salió confundido con otra gente sin ser detectado. Esa persona, cuyas características físicas son iguales a las de Fernando Felicevich, se trataría de un imitador o un doble, ya que el propio presidente de la ANFP Sebastián Moreno negó haberse juntado con él luego de viajar por 48 horas desde Brasil donde acompaña a la selección. En la reunión que no se efectuó, el doble de Felicevich presentó un plan de externalización y gerenciamiento de todo el fútbol joven.

Ocurre que pocas semanas antes, un miembro del actual directorio preguntó si "valía la pena seguir subvencionando el fútbol joven". Entonces, el plan que presentó el hombre que nunca estuvo ahí, les viene perfecto: externalizan todo y en Quilín se ahorran una buena cifra.

Ya en la época de Arturo Salah, Fernando Felicevich había querido presentar un plan para administrar los cadetes del fútbol chileno. Pero Salah, sabiendo para dónde iba el asunto, lo rechazó antes de verlo. Con la actual administración las cosas se allanaron. Mal que mal, Felicevich conoce bien a Moreno desde que este era presidente de Cobresal, donde le puso diez jugadores y a Arturo Norambuena de entrenador, uno de los laderos más fieles de Fefe en el negocio.

Vamos a un detalle ilustrativo: cuando el martes 25 conté en radio ADN, programa de las 14:00 horas, sobre la reunión entre Felicevich y el directorio de la ANFP, de inmediato en la cuenta twitter de un tal Manuel Ojeda fui tratado de "sapo". Curioso, no desmentía la información, ni la existencia del plan con el fútbol joven, atacaba el hecho de que se supiera. Y usando la palabra "sapo", propia de traficantes y delincuentes. Al final el lenguaje revela mucho de cada persona. Resulta, oh, sorpresa, que el señor Ojeda es empleado de Felicevich, como se lee en su cuenta Linkedin y trabajó antes en Universidad de Chile y la selección chilena, donde fue echado por Ian Mac Niven por decenas de razones. Los reporteros de Pinto Durán lo recuerdan como un prepotente y abusador. Un pobre matoncito que borró el bochornoso tuit minutos después ante la evidencia del acusatorio autogol.

Pero, dejemos a los muñecos de tela y papier maché y hablemos del ventrílocuo. Hace tres semanas contamos sobre las denuncias, con nombre y apellidos, en contra de Felicevich por el amedrentamiento a juveniles de Huachipato.

El viernes pasado, el equipo de comunicaciones se movió rápido: Revista Capital levantó una nota laudatoria y reivindicativa del empresario, donde lo pintaba como un gran padre de familia, un hombre modélico cuyo único propósito es el bien común. Más allá del detalle, una maniobra ridícula de relaciones públicas (a Victoriano Cerda también le hicieron una nota hagiográfica tiempo atrás), la revelación de esta semana se logró detectar y así desactivar la entrega en bandeja de todos los juveniles del fútbol chileno a una sola persona. Como ya las vetas de oro se están agotando (Vidal, Medel, Aránguiz, Sánchez), había que buscar otras igual de rentables. Pero no es fácil.

La única manera era quedándose con todos los yacimientos. Ahora, ¿entienden de qué va todo esto?

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