El 9 de enero de 2016, comenzaba oficialmente la revolución del hockey césped chileno, con la llegada de Sergio Cachito Vigil, el padre de las Leonas argentinas, con las que ganó el oro planetario en 2002 y la plata y bronce olímpico en 2000 y 2004, respectivamente. Un entrenador que prometía embarcar en este sueño a un grupo de jugadoras con hambre pero con resultados que no les permitían aspirar a instancias internacionales mayores. “Chile tiene que aspirar a vencerlos y ser muy hambriento para lograrlo. Mientras que a los equipos que están parejos o son inferiores, hay que sacarles una gran diferencia. Todo esto se consigue con trabajo y entrenamiento”, se trazaba como meta. Seis años después, las Diablas enfrentaron a Alemania en su debut en un Mundial adulto (lee el comentario del partido en esta nota).
Desde Países Bajos, el reputado entrenador analiza el camino recorrido y proyecta la participación nacional. “Estamos muy felices de haber llegado al espacio mundial. Fue un recorrido muy rico. Rico en aprendizaje, experiencia y desafíos. Hace seis años declaramos un sueño mundial y olímpico: constituirnos en un equipo mundial y olímpico, y durante estos seis años hemos desarrollado ese ADN y como consecuencia hoy llegamos al Mundial”, señala.
De ese lejano primer día de entrenamientos en el Club Manquehue hasta hoy, la selección chilena cambió de estatus. Se fue ganando el respeto y también tuvo algunos tropiezos que sirvieron para fortalecer el carácter y la convicción de estar cerca del nivel al que se aspiraba. “El equipo empezó a ser mundialista mucho antes de lograr la clasificación. En el anterior premundial estuvimos a dos minutos de clasificar en Sudáfrica. Entonces, una cosa es clasificar y la otra es desarrollar un ADN mundial, lo que significa que estás preparado para jugar en la élite. Ahora vamos a jugar con los 16 mejores del mundo, de lo cual nosotros somos parte. No tengo dudas de que este equipo va a dejar su sello en este Mundial, va a dejar un sello de equipo de élite. En su juego y en su manera de enfrentarlo”, plantea el entrenador transandino.
Precisamente esta semana, en los tres amistosos de preparación, las criollas demostraron ser muy competitivas, a pesar de ser el equipo de más bajo ranking de la cita (17ª). Cayeron 2-0 con India (8ª) y 1-0 ante Inglaterra (4ª) y derrotaron por la cuenta mínima a Nueva Zelanda (9ª).
En el grupo, además de las alemanas (6ª), las Diablas se medirán el martes con Irlanda (12ª) y cerrarán su participación en la primera fase frente a las anfitrionas, Países Bajos, las número uno del mundo.
“Tenemos dos equipos en el grupo que probablemente sean grandes candidatos para jugar las semifinales, con posibilidades de ganar la Copa del Mundo. Países Bajos es el supercampeón de los últimos años y Alemania es un equipo muy poderoso, que va a pelear la opción de estar entre los cuatro mejores”, parte analizando Cachito Vigil.
“Después tenemos a Irlanda, el último finalista del mundo. Un equipo que hace poco tiempo llegó por primera vez a un Mundial. Nosotros las teníamos como referencia y motivación. Nos vamos a enfrentar contra ese equipo del que supimos aprender mucho. Hace cinco años hicimos una gira por Irlanda y poco a poco fuimos compitiendo hasta ganarles por primera vez. Y ahora ese va a ser el duelo del grupo por una plaza en los octavos de final. Vamos a pelear por ese tercer puesto, en la lógica. Aunque lo bueno de esto es que el deporte rompe lógicas”, prosigue, para finalizar con una reflexión: “¿Por qué es tan importante ese partido? Porque con sentido común y criterio, el que gane va a generar una gran parte del pasaporte a octavos de final. Irlanda y Chile son los convidados de piedra, pero que estoy seguro de que van a dar batalla”.
Todo es ganancia para las seleccionadas, pues eso le permitirá tener la opción de ir subiendo en el ranking, un factor que termina resultando decisivo a la hora de la clasificación olímpica.
Licencia para ganar y perder
A Cachito Vigil la prensa argentina lo comparó con su gran amigo Marcelo Bielsa, precisamente alguien que en su filosofía concibe el concepto de atacar sin importar el rival que esté al frente, algo que se repite en el esquema de las Diablas, y que les fue permitiendo acortar las amplias brechas con rivales más calificados.
Esa pérdida del miedo, la define así: “Cuando un equipo emprende un sueño grande debe tener dos cosas: licencia para ganar y licencia para perder. La primera te enseña a desatar ataduras. Esas ataduras son de imposibilidad, de que los demás están muy arriba, de que va a ser difícil lograrlo… Mientras que la segunda te enseña a jugar sin ataduras, para saber soltar el resultado en el momento que estás jugando y poder fluir en el juego. Y el equipo tuvo esas dos licencias. Tuvo un sueño grande, aceptó recorrer un camino que se llama proceso de crecimiento y evolución y cuando estuvo maduro y equilibrado pudo dar el zarpazo y tuvo licencia para ganar”.
Para el coach, uno de los aspectos más valorables está en el sacrificio del equipo y la disposición a renunciar a ciertas granjerías y también a acomodar los tiempos en aras de una meta común, tomando en cuenta que no todas viven de este deporte: “Cuando uno tiene un proceso, tiene que dejar de lado muchas cosas y pagar precios para poder conseguir esos objetivos. El precio fue dejar de lado la inercia de vivir una vida acomodada por una vida incómoda, como la de la alta competencia. Pero esa incomodidad genera posibilidad de crecimiento, de expansión, de transformación y de un disfrute muy especial. Este equipo pagó esos precios para ganar lo que se llama gloria y tuvo convicción y confianza en el proceso”.
“Es imposible no ganar en los procesos deportivos, porque en los procesos no solo hay resultado numérico, sino que también de crecimiento propio. Y, cuando uno emprende el camino, ya está ganando. Lo que me llena de orgullo es que, si uno ve a las jugadoras que empezaron y las que están hoy, la mayoría sigue. Y a pesar de que llevó seis años lograr este primer sueño grande, ninguna lo abandonó. Sin duda, cada año se ganó con respecto al anterior. Entonces, cuando un equipo logra ser mejor que el día anterior, quiere decir que está creciendo”, manifiesta.
Cachito resume sus máximas en algunas frases que le han permitido cimentar este camino y que a lo largo de su carrera le han dado fama de ser un gran motivador, además de sus capacidades técnicas ampliamente demostradas. “Ganar es ser capaz de no perderse cuando uno pierde ni tampoco cuando gana”, proclama, para luego apuntar que “se puede ganar o perder un partido. Lo que no se puede es dejar de aprender de ese partido”.
En relación con lo que busca para sus dirigidas tanto en este Mundial como en su proceso futuro, es bastante claro y lo define de una manera muy emotiva: “La tristeza ocurre cuando no logramos lo que queremos. Y muchas veces nos va a pasar porque el rival también juega. Ahora, el fracaso solo ocurre cuando no pudimos ser quien queremos”.