¿Dónde quedó el predicamento de Mario Salas? ¿Su hoja de ruta, la impronta que le daría a Colo Colo? Hace algunas semanas declaró que los albos iban de menos a más, pero después de lo visto frente a Unión La Calera y, ayer ante Palestino, las palabras del Comandante quedan en entredicho.

A los pupilos de Ivo Basay les bastó con tener la pelota responsablemente para dominar en la primera mitad. No necesitaron avasallar como los Cementeros la semana pasada. No. Con el balón en posesión, el camino se despejaba. Ninguna presión se anteponía; ninguna marca molestaba. Entre los delanteros y la línea de volantes, el infierno para Colo Colo y el paraíso para la salida tricolor.

En aquel abismo solo sobresalía Valdivia. Lo de Costa por la derecha ya resulta insostenible y, por la izquierda, Mouche no tenía con quién tocar.

Con esa displicencia pasmosa no era difícil que Jiménez comenzara a convertirse en figura. Con su manejo preciso se unió a Tarifeño y Passerini con facilidad. Cortés intercambiaba de bandas y desesperaba a Opazo y Gutiérrez, este último de un bajísimo primer tiempo.

El gol de Passerini fue el corolario a lo hecho por los de Macul durante el primer tiempo. El transandino retrató a Insaurralde en el aire y conectó un cabezazo ajustado tras un tiro libre impecable de Jiménez. La inocencia del defensor argentino, que se caracteriza por su buen juego aéreo, es un síntoma de los padecimientos albos.

Tras reparar en el fracaso de su planteamiento, Salas se cobijó en la motivación y en los experimentos: sustituyó a Suazo por Vilches. Dos centrodelanteros para que acaudillaran la remontada. El plan era claro: centros, centros y más centros.

Y el enviste resultó, aunque derrochando caos e improvisación. Gutiérrez se redimió de su actuación en la primera mitad y gobernó el flanco izquierdo, proveyendo una buena cantidad de asistencias que ninguno de los 9 pudo finiquitar.

El asedio era evidente. Palestino apostó a contragolpes que no prosperaron debido a la clara faceta defensiva que debió adoptar. Retrasó las líneas y se dedicó a defender. La invitación para que el acoso blanco no cesara estaba hecha. El empate era cosa de tiempo.

A los 85', cuando Salas quitaba a Parraguez y echaba mano a Morales para volcar a todos en el área, Insaurralde recibió de Valdivia se resarció con el empate.

Palestino despertó con el gol y buscó nuevamente la victoria. El partido se tornó para cualquiera. El cansancio y el nerviosismo hizo que los errores abundaran y el resultado no se moviera hasta la última jugada de los 7' de descuento, cuando Morales arremetió por la derecha y salvó la noche en Macul.