Universidad de Concepción 3-1 Universidad de Chile
U. de Concepción: C. Muñoz; H. Berríos, S. Vittor, G. Mencia, R. de la Fuente; F. Manríquez, A. Camargo; J. Huentelaf (73', G. Vadalá), H. Droguett, J. Benítez (85', F. Portillo); W. Ponce (87', S. Pino). DT: F. Bozán
U. de Chile: J. Herrera; C. Vilches, G. Jara, R. Vaz; M. Rodríguez, G.Espinoza (56', Y. Leiva), F. Seymour, F. Arancibia; D. Pizarro; S. Ubilla (46', Y. Soteldo), Á. Henríquez (73', N. Guerra). DT: R. Armando
Goles: 1-0, 15', Huentelaf, de cabeza, tras sutil habilitación de Ponce por sobre los defensores; 2-0, 19', Benítez, con zurdazo cruzado tras rebote de Herrera y desinteligencias defensivas de la U; 3-0, 58', Manríquez, mediante lanzamiento penal; 3-1, 68', Pizarro, de primera con derecha en plena área tras centro atrás de Soteldo.
Árbitro: P. Maza. Amonestó Mencia, Benítez, Huentelaf y Ponce (UdeC); Herrera, Jara, Seymour, Henríquez, Guerra. Expulsó a Guerra por doble amonestación (90'+2').
Estadio Ester Roa, Concepción. Asistieron 16.105 personas.
Veinte minutos fueron suficientes. Diecinueve, en rigor. Tiempo adecuado para que la Universidad de Concepción demostrara por qué sigue al acecho de la punta del torneo y, también, para desnudar las infinitas falencias de la U.
Diecinueve minutos bastaron para que quedara demostrado -y sin argumento en contra que valga- por qué un equipo pelea el título y otro lucha, apenas, por dar dos pases seguidos.
El equipo de Francisco Bozán fue superior de principio a fin. Tocó la pelota, manejó los tiempos y se instaló en campo contrario. Buscó pasarle por arriba a un rival confundido, que cedió la cancha y fue incapaz de contrarrestar el buen juego del Campanil.
El circuito Manríquez-Camargo-Droguett funcionó perfecto en el medio y las acciones comenzaron a sucederse. Mientras, la zaga azul, inerte, apenas podía mirar cómo sus rivales se asociaban y los superaban una y otra vez. Un baile sin contrapeso.
Por lo mismo extrañó poco que, antes de los veinte minutos, el dueño de casa se impusiera por 2-0. Y es que, a medida que avanzaba el partido, las diferencias entre un elenco y otro parecían hacerse cada vez más grandes.
El plan de Kudelka (que vio el partido en la tribuna, suspendido), no resultó en ninguna zona de la cancha. La defensa de tres zagueros se vio descoordinada. Los laterales volantes no se sumaron con convicción al ataque y tampoco estuvieron sólidos atrás. Espinoza y Seymour, los de corte, se equivocaron incontables veces en la entrega y dejaron muchos espacios. Pizarro, que debía ser el volante ofensivo, terminó ahogado y retrasado casi hasta la línea de centrales, tirando pelotazos y partiendo al equipo. Y los dos de ataque apenas participaron del juego.
Y mientras todo eso pasaba en el elenco azul, los sureños administraban la posesión con criterio, con la confianza que da el trabajo bien hecho y una idea de juego clara y definida.
En el segundo tiempo, la U creció con el ingreso de Soteldo. Pero no sería más que un breve espejismo.El venezolano empezó exhibiendo sus ganas, pero rápido chocó con la falta de compañía y la indolencia de sus compañeros.
Manríquez -de los mejores jugadores de la competencia- aumentó la ventaja desde el punto penal a poco andar del complemento. Para no sufrir innecesariamente y para que no quedaran dudas: la Universidad de Concepción va en serio, y con sólidos argumentos, a disputar la corona.
La U, en tanto, con su juego penoso y su actitud fría y apática, no tiene derecho a ilusionarse. No tiene razones futbolísticas ni anímicas para hacerlo y, más bien, sus esfuerzos debieran concentrarse desde ya en potenciar y renovar su sobrevalorado plantel de cara a 2019. Y también, por cierto, en intentar ganar la Copa Chile, aunque su nivel invite al pesimismo.
Pizarro descontó para hacer un poco menos indigna la derrota. Y Herrera tuvo un par de intervenciones para evitar una goleada peor. Pero nada maquilló otra actuación azul con tintes de desastre y vergüenza.
Aún no se sabe a qué juegan los laicos, que ahora están a diez puntos de la cima y, cuando aún faltan tres meses para fin de año, prácticamente sin opciones.