Carlos Caszely sabe perfectamente la razón de la llamada de El Deportivo. La contesta de buena gana, pero no deja irse la oportunidad de pasarle una cuenta al periodismo deportivo chileno. “No me llamaron para los 50 años de Colo Colo 73, pero se acuerdan de todas las demás fechas, como la del penal del Mundial del 82. Me matan por todos lados, pero se acuerdan poco de las buenas″, sostiene. En sus palabras hay un dejo importante de sarcasmo que el Rey del Metro Cuadrado transforma en una frase con una notable carga de seriedad.
El ex delantero de Colo Colo y de la Roja está en lo cierto. La llamada obedece a una efeméride que marcó su carrera. El 14 de junio de 1974, el Chino, uno de los mejores delanteros que ha producido Chile en su historia, entró en los registros del balompié planetario al ser el primer jugador expulsado de un duelo mundialista mediante la recién instituida tarjeta roja. Fue en el partido ante Alemania Federal y la decisión, que adoptó el juez turco Dogan Babacan obedeció a una fuerte entrada sobre el alemán Berti Vogts.
El récord
“Está dentro de las reglas del juego. Cuando uno participa en un partido de fútbol están las posibilidades de ganar, empatar, perder y de recibir una tarjeta amarilla o una roja. A mí me tocó recibir la primera roja en un Mundial. Soy el único chileno que está en el libro de Guinness y fue por esa tarjeta”, remarca.
Al instante, aclara que no se siente orgulloso por el registro. “No es que me lo tome con humor, pero sí con la misma tranquilidad que cuando hacía un gol. Como te dije, es parte del juego”, insiste.
Después, recuerda que tuvo la ocasión de rememorar incidencia con el jugador germano al que golpeó. “Hablé con Vogts en 1987, para el Mundial Juvenil y se reía. Le dije que me había pegado 20 mil patadas y me echaron a mí”, revela. E intenta una explicación técnica para el exceso. “Yo no era de pegar patadas, porque no sabía pegar patadas. Ahí quedó claro”, refuerza.
Motivación política
Caszely le atribuye la determinación de Babacan a una motivación extradeportiva, vinculada a su abierta y reconocida condición de opositor al régimen militar que encabezaba Augusto Pinochet. “Me habían dicho que el árbitro era un fascista y que se enojaba con la gente que pensaba diferente a él. Me dio mucho para pensar después de que me mostró esa tarjeta roja”, insiste.
El recuerdo respecto del juez es más amplio. “Después de este partido no dirigió nunca más y se fue a vivir en una isla”, expone. También alcanza para una última mención al rival de turno. “Vogts me pegó 13 patadas, lo digo con certeza, porque las conté después, las veces que he visto el partido, y no le pasó absolutamente nada. A mí, me echó por la primera. Fue muy extraño todo. Algo debe haber pasado, pero nadie se acuerda o nadie lo dice”, manifiesta el Gerente, inmortalizado en una estatua en el estadio Monumental y quien ha recibido reconocimientos en el Levante y el Espanyol, los clubes ibéricos a los que defendió en su brillante trayectoria.