Carlos Muñoz (30) vive días movidos. La próxima semana contraerá matrimonio con su novia y madre de sus dos hijas, por lo que se declara nervioso, afinando los últimos preparativos, al mismo tiempo que busca dejar cerrado su futuro para 2020. En Cobresal le ofrecieron la renovación, pero se encuentra evaluando todas las opciones mientras espera un llamado de su querido Santiago Wanderers, deseo que no intenta disimular. El delantero recibe a La Tercera en su departamento ubicado en Recreo, Viña del Mar, y se toma el tiempo de analizar el desenlace que tuvo la temporada en lo personal y colectivo, con un final anticipado forzado por las barras bravas. Una lacra esta de la que el jugador es voz autorizada: denunció las amenazas y el acoso de la Garra Blanca cuando jugaba en Colo Colo, en 2012, y de las que nadie lo defendió.
¿Se reencantó con el fútbol en este año en Cobresal?
Sí, porque venía de un paso malo por Unión. Me volví a sentir importante en una cancha y dentro del equipo. En lo personal fue súper positivo. Terminé goleador del equipo y en números fue bastante aceptable la campaña. Sobre todo, el segundo semestre, en que subimos notablemente el rendimiento. El objetivo inicial era mantener a Cobresal en primera y a medida que fuimos agarrando confianza con los buenos resultados, nos ilusionamos con algo mayor. Lamentablemente el torneo se cortó y quedamos fuera de Copa Sudamericana por diferencia de goles.
¿Qué cambió en ese segundo semestre respecto al primero?
Fue importante que se ratificara el cuerpo técnico. Los primeros meses sumamos muy pocos puntos, estábamos muy abajo en la tabla y, que siguiera a pesar de eso, ayudó. Se incorporaron tres jugadores importantes: Cañete, Gaete y el paragüita [Villagra]. Aportaron mucho, porque se adaptaron rápido y nos hicimos muy fuertes en El Salvador. Después de Católica, fuimos el equipo que más puntos sacó después del receso y quedamos conformes.
¿Le quedó una espina por no saber qué hubiese pasado si continuaba el torneo?
Totalmente. El objetivo de la permanencia ya era casi un hecho y como veníamos jugando, sabíamos que podíamos aspirar a más. Pero quedó el consuelo de que hicimos una buena etapa y el club se quedó en Primera, independiente de que al final no hubo descensos.
"Se pudo haber manejado mejor, no haber muñequeado al sindicato de forma que si se jugaba, los malos éramos nosotros, y si no se jugaba, quedábamos como los buenos".
¿Cree que fue acertada la decisión de dar por finalizada la temporada?
Estos meses me llamaron mucho para preguntarme y yo prefería no opinar. Como gremio, siempre estamos a favor de las causas sociales, el futbolista es bastante solidario. Con el paso de los días, me parece que el fútbol se pudo haber aprovechado para visibilizar más aquellas demandas sociales. Porque es una vitrina gigante, hay equipos con mucho arrastre popular y mandar mensajes en los estadios, protestar ahí, hubiese sido un lindo mensaje de unión. Se decidió de otra forma, ya que un grupo pequeño se oponía a que volviera el fútbol porque supuestamente significaba volver a una normalidad, pero creo que el fútbol no es un problema. Al contrario, puede ser una solución para poder manifestarse.
¿Cómo fue vivir durante más de un mes con la incertidumbre de si se jugaba o no?
Difícil. Para todos en general. Las semanas son diferentes, porque tratas de entrenar pero ves por los medios lo que pasa. En El Salvador no ocurría nada, vivíamos en una burbuja. Hablaba con compañeros de otros clubes y muchos no estaban siquiera entrenando porque tenían que cuidar sus casas o viajaban y se les suspendía el partido sobre la hora. Se pudo haber manejado mejor, no haber muñequeado al sindicato de tal forma porque si se jugaba a la larga los malos éramos nosotros y si no se jugaba quedábamos como los buenos.
¿Se hizo todo lo posible para que volviera a jugarse?
Como futbolistas,la mayoría quería jugar. Se pedían las garantías, porque un grupo de personas, que no sé si eran parte de las demandas sociales o delincuentes que solo querían hacer destrozos, querían impedirlo. Desde el Sifup se hicieron los esfuerzos para que se terminara en cancha. Una vez tomada la decisión acarreó muchos problemas con el tema de cupos internacionales, ascensos, lo que pasó con Wanderers. Me parece que los clubes, de la boca para afuera, piden igualdad social; pero cuando les tocan el bolsillo, la igualdad llega hasta por ahí no más.
¿El fútbol es un reflejo de los problemas que arrastra la sociedad?
Lógicamente que sí. Salen a flote cuando ocurren estas cosas. Muchos de los dirigentes que comandan los clubes son empresarios. Entonces, lo que ven es su ganancia, su bolsillo y dejan de lado el mérito deportivo de los demás.
No sé si hablar de las barras. Son pequeños grupos insertos que se dedican a hacer destrozos y querían impedir el regreso del fútbol. Creo que el 98 por ciento de los hinchas quería que se jugara, pero estos grupos minoritarios nos sobrepasan o tememos enfrentarlos. Y ahí está el error, no enfrentarlos como corresponde.
Usted es de los pocos jugadores que se atrevió a denunciarlo hace unos años. ¿Falta más coraje para enfrentar a los barristas?
Falta coraje de parte de todos. Hubo futbolistas amenazados a través de redes sociales, pero no podemos seguir tapando lo que le pasa a un compañero si lo está pasando mal. Hay que salir a defenderlo y dar la cara por él. Enfrentar a estos grupos y erradicarlos del fútbol es una tarea grande y una deuda que tenemos como sociedad.
"Quizás no tuve el apoyo esperado por el miedo de algunos compañeros. Pero si me tocan a mí o a mi familia, voy a defender lo mío y no voy a permitir que vengan a amenazarme".
¿Después del poco apoyo público que recibió esa vez, incluso de sus colegas, lo volvería a hacer?
Por supuesto. Quizás no tuve el apoyo esperado por el mismo miedo, quizás, de algunos compañeros. Pero si me tocan a mí o a mi familia, lógicamente voy a defender lo mío y no voy a permitir que vengan a amenazarme. Decían "terminemos el campeonato", pero no pensaban en los jugadores que no ganan fortunas, que a veces tienen hasta dos trabajos para poder sobrevivir.
¿El fútbol les tiene miedo a las barras bravas? Jugadores, técnicos y dirigentes...
El miedo es generalizado. Podrá haber compromisos de por medio en algunos clubes que no se conocen. Uno se pregunta por qué no es fácil combatirlos si son una minoría.
¿Se puede ser ídolo de un club sin tener relación directa con la barra? ¿Sin hacer cosas para la galería?
Por supuesto que se puede. El ídolo, referente, capitán, no lo hace la jineta o el que habla más para afuera. El ídolo es el que es consecuente con lo que dice, el que va de frente, aunque al club le moleste. La gente de fútbol sabe identificar a un verdadero referente en todos los ámbitos. No solamente al que ataja más goles o hace más goles. Tiene que ser un complemento de todo.
Esteban Paredes, capitán de Colo Colo, no le brindó un apoyo rotundo en su conflicto con la barra en esa época. Y ahora Paredes fue uno de los grandes impulsores para que el fútbol no se juegue, como exigía la Garra Blanca. ¿Coincidencia?
No me gusta referirme en este caso puntual a Esteban. Lo respeto mucho como jugador por su trayectoria y ser un ídolo del club. Siempre que viene el tema que pasé lo sacan a él, pero el club y su entorno saben las cosas que ocurrieron y cómo se enfrentaron. Los que estuvieron a mi lado lo saben. Él es una persona madura que sabe lo que hace. Podemos no compartir dichos, pero sí respetar opiniones. Con todo lo que ha pasado desde 2012 hasta ahora en hechos de violencia, me parece que el tiempo se ha encargado de darme la razón sin tener que referirme más a ese tema.