En menos de una semana, el Barcelona ha dado cuenta del Real Madrid dos veces como visitante. Primero el miércoles, por la Copa del Rey, y ahora por La Liga, para extender la diferencia como líder y sellar prácticamente el torneo español. Un 0-1  ajustado, pero merecido, ya que el cuadro de Arturo Vidal —que ingresó en los últimos minutos y no demoró en destacar— tuvo las mejores ocasiones.

Un partido que no destacó por el buen juego ni tampoco por la emoción, pero que no careció de ritmo. Messi hilaba para el Barcelona mientras que el tándem Vinicus-Benzema, por la izquierda, creaba peligro para los merengues. A los 19', el argentino condujo por la derecha, realizó una pared con Suárez y la picó por sobre Courtois, pero se fue desviada por poco. Así avisaba los dirigidos por Ernesto Valverde.

Pronto llegó el único gol del compromiso, muy parecido a la jugada anterior. Sergi Roberto asistió a Rakitic, que ingresó con facilidad impensada por detrás de Sergio Ramos. El croata enfrentó al belga y, a diferencia de Messi, no erró  y la colocara con clase por encima del belga.

El Madrid sufrió lo mismo que a mitad de semana: falta de finiquito. No tuvo ninguna ocasión clara y todos los remates se fueron o desviados o interceptados. Durante el segundo tiempo aquello no cambió, pese a que dominaron ligeramente la posesión.

Ya con el partido entrando a su recta final, ingresó Arturo Vidal con una sola misión: taparle el camino a Vinicius. Se juntó con Sergi Roberto y quitó absolutamente todo. Brilló en la banda derecha, erigiendo una muralla inquebrantable. Hasta le cometieron penal que ni el VAR ni el árbitro cobraron.