Castrilli rinde cuentas ante la Comisión de Deportes y emplaza a Milad: “A mí me echaron y los 14 despedidos siguen; la respuesta la tiene que dar él”
El ex presidente de la Comisión de Árbitros de la ANFP expone profusamente ante los parlamentarios respecto de la crisis en el referato chileno, que terminó costándole el puesto.
Javier Castrilli se reúne con la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados para explicar la crisis en el arbitraje chileno y ya desde el comienzo de su intervención comienza a dejar sentados los principios que motivaron su conducción e incluso su arribo al país. “Precisamente, a mí me convocan por una crisis. No es que mi gestión la haya generado. No soy yo quien para decir qué la generó, pero sí le puedo garantizar que, efectivamente, estamos en presencia de una crisis en donde el conjunto del aparato futbolístico que el sistema arbitral está lejos de poder garantizarlo. Esa es la crisis en la cual se ve sumergido el fútbol chileno. Es un tema no menor, por todas las connotaciones que ello conlleva. Fui convocado a un almuerzo en donde se me ofreció el cargo. Tengo la satisfacción de haber advertido todos los hechos que se fueron sucediendo a través de los meses de mi gestión”, plantea en el inicio de su comparecencia, en la que varias veces fue requerido respecto de la extensión de sus comentarios.
El transandino, en todo caso, hizo poco caso a la moción. Y su análisis pretendió abarcar todas las fases y sinsabores que tuvo que vivir, despidos y confabulaciones incluidos, tal como reveló el informe a cargo del oficial de Cumplimiento de la ANFP, Miguel Ángel Valdés. “Cuando se me advirtió que el arbitraje chileno estaba en una crisis y la presencia de un grupo de personas que estaban dirigiendo el arbitraje, les advertí que podría llegar a conclusiones que implicaran medidas que fueran dolorosas y que iban a encontrar una severa resistencia, que iba a estar caracterizada por ataques a mi persona y mis colaboradores. Y que producto de ella podíamos desencadenar en un paro de actividades o en una intención de eso. Para todos esos problemas, les aporté mi solución y les dije: ‘No vengo a administrar una crisis, vengo a solucionar. Y si hay personas que no tienen la capacidad para administrar un espectáculo de fútbol profesional, esas personas tienen que ser relevadas’”, prosiguió.
Castrilli valoró su gestión. Ejemplificó en el impulso que le dio, a modo de ejemplo, a la presencia de las mujeres en el arbitraje de primer masculino, con la inserción de María Belén Carvajal en partidos de Primera División. Sin embargo, lo que más lo ocupó fueron los vicios que tuvo que enfrentar. “Las autoridades deben tener claro cuál es el rumbo. Cuando no lo tiene, la coyuntura los absorbe y terminan realizando el opuesto, para luego buscar el discurso que lo justifique. Siempre tuve el objetivo claro y los riesgo que corría. Riesgos que asumí, de los que soy consciente, a pesar del escarnio público, del oprobio, de las injurias y las calumnias. Sabía el terreno en que estaba incursionando y lo acepté. Hay un fin superior, que es el saneamiento del arbitraje, que abracé a los 17 años y hasta mi último suspiro. No me arrepiento de nada, porque persigo la justicia. Lo hice en mi carrera y en estos seis meses. El que tiene claro cuál es el objetivo, también debe tener claro el camino que deben seguir aquellos que conduce. Por eso siempre les exigiré la firmeza y convicciones que les permitan estar al margen de cualquier tipo de miseria humana”, estableció.
En ese contexto, explica las deficiencias que encontró en el referato nacional, un diagnóstico que mantiene. “Nadie puede negar que esas condiciones no están dadas en el arbitraje chileno. Para su conocimiento, cuando llegué la propia FIFA estaba realizado un curso para todos los árbitros. ¿Sabe cuál fue la conclusión? Que el 50 por ciento de los árbitros no podían entender ni leer bien las faltas. Ese es el cuadro de situación y la herencia que tuve cuando asumí. Ese fue el disparador para que me vinieran a ofrecer el cargo. Consciente de ese cuadro de situación, comencé a deambular por todos los estadios para que ese relevamiento observara lo mejor posible, porque solo desde ahí se puede arribar a la mejor solución y a un diagnóstico certero. Llegué a observar hasta las finales del fútbol amateur en Puente Alto. No me quedé sentado esperando los resultados. Los fui a buscar. Yo mismo saqué conclusiones al respecto. Hoy en el fútbol profesional no podemos concebir árbitros que no rindan sus pruebas físicas, que tengan dificultades para entrenar, que se bloqueen para tomar decisiones, que vean faltas que no existen y no vean las que existen. Había deficiencias y, lamentablemente, sin posibilidad de proyección a nivel internacional. Y el objetivo era llevar a lo más alto del arbitraje internacional, porque tenemos material humano. El fútbol no puede premiar la mediocridad. Muchos hablan de industria del fútbol y esa industria requiere una seguridad jurídica. Y lejos estarán de brindarla aquellos que no están en condiciones para desarrollar un arbitraje o para llegar al nivel internacional. La ANFP no es una entidad de beneficencia”, planteó.
Un diagnóstico conocido
Esa fue la postura que expuso cuando las autoridades laborales le exigieron explicaciones por las medidas que estaba adoptando. “Cuando vienen las autoridades del Trabajo y me dice que debo designarlos, yo estaba consciente de que al designarlo les estaba haciendo un daño a las instituciones. Las reglas no son las mismas que para cualquier trabajo. Cuando se presentan estas complejidades y el árbitro no tiene las capacidades para solucionarlas, ese árbitro podrá estar en otras instancias o categorías, pero no en el fútbol profesional, que requiere un margen de error mínimo, no los bochornos que seguimos viendo. No podemos tener ese tipo de errores. Eso deben tenerlo claro las autoridades. De la misma manera que un técnico elige a sus jugadores. Quien juega de nueve y quien va al arco. Yo fui el responsable del arbitraje y busqué la excelencia y no la mediocridad”, sentenció.
Luego abordó los problemas en el partido entre Huachipato y Copiapó. “No solo la sensibilidad del simpatizante de Copiapó se ve afectada. La de todos los aficionados al fútbol se ve afectada. Basta recorrer las redes sociales. Los árbitros no pueden vivir a espaldas de lo que vive la gente. Cuando el hombre y la mujer de la calle están denunciando lo que ocurre, porque sostengo que no hay mejor diagnosticador que los simpatizantes, que tienen mejor ojo clínico hasta que un periodista o un analista, el árbitro se autovictimiza y critica a todos, porque son los únicos que se creen dueños de la verdad. Cuando arribé, las propias personas que me contrataron reconocieron que los árbitros hacían lo que querían. Tenían una autonomía imposible de digerir en cualquier situación que se precie de orgánica. Los árbitros no pueden hacer lo que se les da la gana. Se llegaba al nivel de que se elevaba a la FIFA la lista de los internacionales sin que pasara por el presidente de la federación”, analizó. “Del partido de Copipapó… cuando tocamos un tema puntual, automáticamente surge el que se sintió perjudicado. Esta problemática excede a Copiapó. La ineficiencia de Cristián Espíndola y de Patricio Blanca en el partido de Wanderers no se puede concebir”, insistió. Blanca era uno de los jueces que estaba en la lista de los que Castrilli quería sacar.
“Milad debe explicar”
Castrilli está afectado. Aún le duele que la ANFP lo haya despedido y, más aún, que haya reincorporado a los jueces que él había determinado apartar del referato. En ese sentido, emplazó directamente al presidente del fútbol chileno, Pablo Milad. “A mí me echaron y los 14 despedidos siguen; la respuesta la tiene que dar él”, contestó, en la ronda de preguntas a la que fue sometido por los parlamentarios.
También afrontó directamente las consultas respecto de una eventual corrupción. “Cada vez que un árbitro se equivoca hay un beneficio y un perjuicio. Después vamos a ver si fue un error o no. Siempre hay alguien que se siente perjudicado. Uno de los principios básicos que tuve tiene que ver directamente con el nivel de competencia. Estamos hablando de elite. No podemos comprender errores groseros como dar un gol a un metro de la línea de meta”, respondió. “En todos los ámbitos de la actividad humana existen caminos equivocados que son recorridos por las personas. Para eso es importante la formación humana que lo respalde y lo sustente y lo haga permanecer ajeno a las tentaciones. Eso debe partir desde el propio INAF. Yo digo que es necesario ubicar a esas personas que puedan llegar ese marco de confiabilidad. Me parece maravilloso que a Roberto Tobar le ofrecieran la conducción del instituto”, añadió.
“Esa asociación que sale a defender tenía bien claro que esta gestión quería cambiar esta situación. Lamentablemente, en estos seis meses no se pudo hacer”, profundizó, respecto del colectivo de árbitros que se confabuló para forzar su salida. En este escenario, dejó entrever cierta decepción. “El que llevó a Francisco Gilabert a ser internacional fui yo, después de que sufriera el nepotismo de la familia Gamboa. De esa manera se me pagó”, concluyó.
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