"¡Chapita, Chapita!", gritan a viva voz los niños. "¡Buonanotte, Buonanotte!", vociferan otros, con caras de emoción. "¡Álvarez, Álvarez!", exclama un tercer grupo. Tres de los máximos símbolos de Universidad Católica están completamente rodeados de alegría, inocencia y admiración. Firman camisetas, autógrafos y se sacan fotos. Solo hay sonrisas en el estadio Municipal de Renca.
Con la copa de campeón al medio de la cancha sintética y con cerca de 300 hinchas cantando en una pequeña tribuna, los cruzados celebran su estrella número 13, conseguida el domingo, tras vencer a Temuco por 1-2, en el estadio Germán Becker.
Mientras Beñat San José conversa con el presidente Juan Tagle, los niños de la fundación Fútbol Más se divierten con el cubano César Munder, el argentino Sebastián Sáez y otros jugadores en una especie de entrenamiento recreativo. "¡Te juro por mi madre, nunca te vamo' a abandonar y en la cancha que juegues presentes vamo' a estar!", se escucha de fondo, al mismo tiempo que resuenan unas bombas de ruido.
"Estamos felices de hacer esta actividad y compartir con todos estos niños y niñas, porque Católica es un club muy social", asegura Raimundo Rebolledo, uno de los grandes proyectos del club y quien se afianzó como lateral derecho en este campeonato.
El alcalde de Renca Claudio Castro premia al volante Carlos Lobos, oriundo de la comuna, quien recibe un dibujo hecho en tela del cerro isla que caracteriza a esta comuna. El Huaso es otro que se va laureado con una tarjeta verde que simboliza su trayectoria como futbolista y también como referente del cuadro de la franja. Se escuchan aplausos.
Cuando finaliza la actividad, los jugadores tienen un gesto con la barra que los acompaña y les facilitan el Huemul de Plata. Los hinchas celebran con el trofeo del monarca, que parece un aficionado más moviéndose de un lado a otro.
Todos quieren inmortalizar una imagen con la copa de campeón y por un momento la situación se torna un tanto caótica. La UC debe emprender rumbo a San Carlos de Apoquindo para la foto oficial y para celebrar con los hinchas en la tribuna Mario Lepe, por lo que el tiempo apremia. "Muchachos, muchachos, la copa, la copa", señala Tagle, un poco preocupado.
Sin embargo, después de unos minutos, el símbolo de la gloria llega sano y salvo a las manos de los encargados de seguridad de Cruzados.
"Los clubes de fútbol tienen el poder de convertirse en catalizadores positivos del cambio. Estamos felices de aportar a que eso ocurra dando este primer paso con Cruzados en una alianza que seguro seguirá creciendo y fortaleciéndose en el tiempo", afirma Víctor Gutiérrez, director ejecutivo de Fundación Fútbol Más.
Ya en San Carlos de Apoquindo, los estudiantiles se preparan para la foto oficial como campeones. No solo están los jugadores, sino que también los directores, los ejecutivos y los funcionarios del club. El gerente general, Juan Pablo Pareja, quiere que todos participen y los invita al centro del campo. La sesión termina con un fuerte aplauso.
Son las 18.20 cuando las puertas de la galería sur del estadio se abren para el ingreso de la afición. Cientos de personas entran corriendo y cantando. Desesperados, emocionados. Casi tres mil personas les cantan a sus jugadores. "¡Gracias a la vida por ser cruzado, es un sentimiento descontrolado!". Hay fuegos artificiales, bengalas, bombas de ruido. Es una fiesta total la que se vive y a la que los jugadores quieren sumarse, en especial uno.
El Huaso deja la copa a un costado del arco, en el césped, y saca su teléfono. Eufórico, el histórico jugador de la UC, que se retiró del fútbol de la mejor forma (campeón con el equipo de sus amores), graba la emocionante despedida que los hinchas le brindan. "¡Huaso, huaso querido, los cruzados, jamás te olvidarán!", entona la barra, mientras el exdefensa empuña las manos. "Todo maravilloso, han sido dos semanas maravillosas para mí. Esto es inolvidable", comenta el curicano a la pasada, con el rostro compungido, como si recién estuviera tomándole el peso a su decisión de colgar los zapatos.
El juvenil Ignacio Saavedra es el emblema del esfuerzo de la UC. Pese a sufrir un esguince medial en la rodilla derecha, no quiso faltar. Apenas podía caminar, pero ahí estaba su compañero Diego Valencia para ayudarlo.
Católica es pura felicidad. La estrella número 13 bajó a San Carlos, donde ahora quieren ir por más en la Copa Libertadores.