Partido especial, distinto, un clásico.
Frente a frente los dos líderes de la Premiere, el City y el United, en un derby de Manchester imperdible por la lucha por la punta y por la opción de disfrutar del eterno enfrentamiento entre Mourinho y Guardiola.
Se jugaba en Old Trafford, por lo que la mayor responsabilidad la tenía Mou para intentar recortar los ocho puntos de ventaja que le llevaba el City. Pero Pep está intratable: triunfo y se escapa a 11 unidades de su más cercano perseguidor.
Lo del City es extraordinario. Completó 15 victorias en 16 partidos, 14 consecutivas; 46 puntos de 48 posibles. Números inéditos en la historia de la Premiere. Cuando aún no se juega ni la mitad del campeonato su tranco arrollador parece incontrarrestable. Avanza sin inconvenientes a un nuevo título.
Espectador privilegiado de la gran campaña de su equipo ha sido Claudio Bravo. Relegado a la suplencia también tras la llegada del brasileño Ederson, el chileno no sólo ha debido conformarse con mirar desde la banca cuando su cuadro alinea la oncena estelar. El miércoles pasado, en el cierre de la fase de grupos de la Champions, el ya clasificado City presentó un equipo de reservas en su visita al Shakhtar. Apenas tres titulares, entre ellos Ederson. Una nueva señal de la pérdida de confianza absoluta en el capitán de la Roja.
Bravo no es el único del plantel que está incómodo por no jugar. Equipo que gana repite y con la espectacular racha que protagoniza el City han sido pocos los cambios. Por eso Guardiola se abrió a evaluar la salida de algunos jugadores en el invierno europeo.
¿Qué debería hacer Bravo? En Manchester firmó por tres años con un contrato millonario. Juegue o no su sueldo no lo toca nadie y a los 34 años la opción de asegurar el patrimonio parecería sensata. Pero está el aspecto deportivo. Y sentarse en la banca para jugar tarde, mal y nunca no es un cierre acorde a lo que ha sido su carrera. Por eso, debería buscar una salida. Partir a préstamo en busca de la continuidad competitiva que en el City no volverá a disfrutar de no mediar una desgracia de Ederson.