César Pinares (28 años) se perdió el último clásico universitario. A última hora, el volante de Universidad Católica, una de las figuras del puntero del campeonato, se lesionó. Por eso, el de esta tarde, en el Estadio Nacional, será el primero de su carrera. "Me dolió perderme ese partido, porque venía jugando, estaba concentrado y me sentía súper bien. Este clásico es motivante para mí por eso y, sobre todo, porque es de visita y estos partidos no se pueden perder", advierte el futbolista cruzado, en conversación con La Tercera.
¿La U de Hernán Caputto es mejor que la de Alfredo Arias?
La U no ha perdido en las últimas dos fechas, llega bien. Será interesante y difícil.
¿Ganar este partido es clave para el título?
Todos los rivales que están debajo quieren que nos caigamos, pero no por ganar estaremos listos. Quedan 36 puntos y este partido vale solo tres.
¿Juegan también para hundir más a un rival clásico, considerando que el hincha quiere eso?
Lo que piense el hincha no es lo que piensa uno como profesional. Estamos jugando contra compañeros de profesión que lo están pasando mal. Lo veo como un clásico, un partido lindo. No pienso en hundir a una institución, ni en que estén últimos, ni en que pueden descender. Pienso en jugar un clásico, en ganarlo y seguir líderes.
¿Quién tiene más presión: Católica o la U?
Los dos tienen un poquito de presión por ser un clásico; porque la U está urgida por salir de abajo, mientras que nosotros queremos seguir en la punta. Queremos hacer nuestro trabajo, no mirar a nadie, no depender de nadie. Ambos tenemos cosas que ganar y perder.
¿Cómo evalúa sus primeros meses en la UC?
Tengo continuidad, que era lo que buscaba. Mi familia está muy contenta. Eso me hace entrenar con mayor tranquilidad. Todos los que estamos aquí somos unos privilegiados. Me levanto con ganas, el grupo es muy bueno. Hay muchas cosas que se han sumado y me han hecho sentir a gusto, con ganas de jugar cada fin de semana.
¿Recuperó la alegría en la UC?
Estoy más contento. Haber peleado por un puesto y después no soltar la camiseta me hace sentir bien, me da alegría interna, pero eso no me lleva a conformarme ni mucho menos. Todo lo contrario. Me lleva a querer siempre más.
Parece ser muy autoexigente, ¿qué le falta por mejorar?
Más allá de si uno está a un buen nivel, siempre tiene que buscar algo que mejorar. Tengo que mejorar la definición. Hay pequeños detalles. Cuando los partidos son muy complicados, hay detallitos que no se pueden dejar pasar.
¿Se siente la figura del equipo?
No.
¿Importante, al menos?
No sé si importante, pero mis compañeros me hacen sentir que tengo que estar ahí, presente para aportar mi granito de arena.
¿Ya firmó su renovación?
Hay un preacuerdo. No se ha firmado nada, pero las conversaciones están avanzadas. Me gustaría renovar. Han pasado casi ocho meses y no me he dado ni cuenta.
Le ganó la titularidad a un símbolo como Diego Buonanotte...
Diego es un jugador al que la gente quiere mucho. Ha salido campeón con Católica y es difícil competir así, pero eso hizo que yo tuviera que estar en un rendimiento alto para pelear una camiseta. En un principio me tocó mano a mano con él, después me tocó mano a mano con Jaime (Carreño), con (Carlos) Lobos, pero estar con buenos jugadores te lleva a que tu nivel tiene que elevarse.
¿Cuál es rol dentro del equipo? ¿Qué le pide Quinteros?
Tenemos un sistema definido. Cuando estamos jugando y se complica, el técnico busca otras opciones. Ahí es donde me cargo más a la derecha o a veces un poquito más a la izquierda, así como también me engancho. Lo bueno es que esas funciones las he hecho, entonces no son algo nuevo para mí. Obviamente, cada uno tiene su rol dentro de la cancha y hay otras cosas que también son naturales por las características de cada jugador. Eso lleva a que, por ejemplo, de repente yo ande por la izquierda y a que nos intercambiemos de banda con Edson (Puch); o con Luciano (Aued), cuando él termina la jugada por un lado, o viceversa, y me cubre él o lo cubro yo. Lo bueno es que tenemos esa libertad para poder movernos cuando la jugada lo amerita.
Cuando se cambian de posición con Puch, ¿lo deciden ustedes o Quinteros lo pide?
La mayoría de las veces es el técnico el que nos va cambiando, a menos que la jugada lo amerite y Edson, por una cosa de inercia, se tire al medio. Ya después, cuando termine la jugada, nos devolvemos cada uno a su puesto.
¿Es una forma de desconcentrar al rival?
Claro. Y eso ayuda también, porque si un defensa está marcando solo a uno y después se le viene el otro encima, se complica. Eso nos favorece.
¿Cuál es la mayor fortaleza de la UC?
La fortaleza del equipo es esa: el equipo. Tenemos un plantel amplio, y cuando a veces ha estado difícil la situación, entran compañeros que lo han hecho bien. El equipo está bien unido y juega bien al fútbol. Para cualquier rival eso es complicado.
¿Este es uno de los mejores camarines en los que ha estado?
Debe estar en el podio, porque hay buena onda, gente muy sana y que rema para el mismo lado.
¿Cómo se maneja una ventaja de 10 puntos?
Hasta hoy no ha sido tema. Al momento del partido no pensamos en que tenemos 10 puntos de más, porque eso te puede llevar al relajo.
¿En quién se fija al patear tiros libres?
Acá en Chile, cuando estaba en la escuela, me fijaba en el Coto Sierra. También en Jaime Riveros, que jugó en Wanderers y en la U. Después, ya más grande, me fijaba en Juan Román Riquelme y hoy me fijo en Messi para patear mejor los tiros libres. Es lindo cuando el partido está cerrado y tienes la oportunidad de patear y meter un tiro libre.
¿Le quita el sueño estar en la Selección?
Obviamente, uno estando en buen rendimiento va a estar en la vitrina del técnico. Estoy tranquilo, tratando de jugar cada vez mejor, de aportar cada día más. Si llega el llamado de la Selección, lo tomaré con tranquilidad.
¿La UC quedó en deuda en el plano internacional?
De local hicimos las cosas bien, pero ese detallito que tuvimos contra Libertad nos complicó. Ganábamos 1-0, teníamos el partido controlado y con dos pelotas paradas en el primer tiempo nos mataron. Siempre hay cositas por mejorar. Quedamos con la espinita de haber hecho algo más. Si no eres mediocre sabes que hiciste algo mal, porque la idea era pasar a octavos. No tiene sentido jugar por jugar. Si uno piensa en grande debe quedarse con una espinita clavada, y yo sé que acá todos quedaron así. Todos queríamos más.