Aunque no promete algún resultado, Francisco López (44), llega al Dakar haciéndose cargo de la presión. Más maduro y con sus hijos en mente, Chaleco igualmente buscará revalidar el título que consiguió en la reducida versión de 2019, en la categoría Side by side, los comúnmente llamados buggy.
¿Con qué objetivo llega?
Cuando uno es campeón tiene que tener cuidado con ofrecer resultados. En mi ADN está siempre querer ganar, la presión está. Vamos a estar en los ojos de los demás pilotos. Es una aventura de sacrificio, donde pasas hambre y frío; pero en tu casa, siempre quieres volver.
¿Una experiencia masoquista?
No masoquista, pero es duro, porque se pasa sueño, estás lejos de casa, no quieres ir nunca más y después vuelves igual. Uno está preparado para este tipo de aventuras un poco inhóspitas.
¿Qué le llama a volver a competir?
Siempre he sido de viajes, de mundo, de buscar los límites. Es fome quedarse en la casa mirando un Dakar desde fuera.
¿Se aburrió estando afuera?
Los primeros dos años me costaba, pero a la vez fui papá, me casé y dije que esa etapa terminó. Pero cuando tuve la oportunidad de hacerlo, volví y lo gané, entonces dije que puedo ir de nuevo.
¿Se siente el rival a vencer?
Para nada, todos los rivales son fuertes. Esta competencia es muy transversal. Es navegación, mecánica, pilotaje, suerte. Hay que trabajar mucho la cabeza.
¿Lo hace con su sicólogo deportivo?
Cuando estoy ansioso, desconcentrado o cuando tengo días muy malos y tiro la toalla, la persona de atrás te cambia la actitud, porque conoce tu parte sicológica y terminas pensando para ganar.
¿Recuerda esas lecciones en la carrera?
Sí, estás preparado para eso. Mucha gente me pregunta de qué se trata el Dakar y les digo que lean un libro. Cuando llevas horas leyendo, también piensas en otros temas. Corriendo pienso en otras cosas que no son la ruta y tengo que estar preparado para sacar esos fantasmas y concentrarme.
¿Cómo renueva la ambición de ganar?
A esta altura se vive de otra manera, sin presión, como padre de familia. A mis 44 años me siento en la mesa a disfrutar el plato de comida, ver el atardecer. Me tomo tiempos que antes no hacía.
¿Más maduro?
La familia ayudó a eso. Te das cuenta que finalmente es una competencia. Yo he luchado con mi salud, con cosas más complicadas que una carrera. Ojalá ganar, entregar lo mejor, pero lo importante es llegar sano y salvo a casa.
¿Sus hijos entienden su trabajo?
El chico (nueve meses) ya habla de rally, que el buggy, el casco. Entiende. Es rico, pero hay que darles su niñez. Trato de ser un papá muy presente. Con el poco tiempo que tengo, que mi señora entiende, es difícil, pero se puede.
¿Con cuánto entrenamiento llega al Dakar?
Todo el año hice el Rally Nacional. Además, por lo menos 2.500 kilómetros de buggy, de desierto y navegación.
Ganó su quinto Cóndor de Bronce como Mejor Deportista.
Es algo que no esperaba. Me dijeron que gané y no pensaba ni pelear el premio. Cuando no se espera algo, es más bonito. Son cuatro en moto, uno en auto y esperamos que sigan siendo más.
¿Se considera una leyenda?
Leyenda es cuando desapareces. Sigo vigente, pero mucha gente me quiere y respeta. Eso, finalmente, te hace ser una leyenda.
¿Piensa seguir muchos años?
Esperemos que sí. En los autos, de todas maneras. Es lo que me gusta, me apasiona, así que espero seguir dentro o fuera, pero en los motores.