Siempre el primer partido en una Copa del Mundo es complicado y más si es ante el anfitrión. Ese fue el panorama que enfrentó Chile en el Mundial de Balonmano, que se disputa en El Cairo. Egipto fue un rival complicado, que venía de ser octavo en la edición anterior, y ante el equipo nacional lo hizo pesar, aunque el marcador no fue tan expresivo. Un 35-29 que no dejó tan mal sabor en los dirigidos de Mateo Garralda.
El comienzo vertiginoso y ahí fue donde se produjo la diferencia en el marcador. Los locales pusieron a prueba a la defensa chilena, que intentó contener lo más posible los ataques, pero no tuvieron toda la precisión necesaria. Yehia Elderaa fue un problema constante. También, las constantes faltas que significaron expulsiones de dos minutos para el cuadro nacional. Incluso, Javier Frelijj tuvo tres suspensiones, que lo dejaron sin la posibilidad de reingresar. Tampoco la Selección se vio bien por los extremos, lo que complicó sus labores de ataque.
El primer tiempo terminó con una diferencia de 18-11, lo que claramente condicionó el resultado final. Sin embargo, en la segunda mitad, el equipo de Garralda mostró su mejor versión gracias a la efectividad de Erwin Feuchtmann y de Esteban Salinas, quienes anotaron siete y ocho tantos, respectivamente. De hecho, este último tuvo un acierto de 89%. También estuvo el legendario Marco Oneto, quien volvió del retiro para disputar el certamen, y cumplió funciones defensivas, aprovechando sus 2,04 metros, y, ocasionalmente, ofensivas.
El buen desempeño criollo inquietó al técnico de los egipcios, quien pidió minuto para exigirles a sus jugadores que no se relajaran. De hecho, la diferencia se llegó a acortar a cinco puntos y sobre el final quedó la imagen de un Chile mucho más decidido. Sin embargo, no le alcanzó para acercarse más y debió lamentar la derrota en el estreno del Grupo G.
Este sábado, Chile enfrenta un desafío más complejo todavía, cuando se mida frente a la poderosa selección de Suecia.