Nicolás Jarry empuña la raqueta con las dos manos y ensaya un revés que se marcha largo. Mira al suelo abatido pero tarda apenas un segundo en incorporarse para abrazar a su compañero Hans Podlipnik. Busca consuelo. O quizás está entregándolo. Son las 16.30 de la tarde en la pista central de la Caja Mágica y el equipo chileno de Copa Davis acaba de perder su tercer duelo consecutivo ante Argentina en otros tantos partidos disputados. Entre el primero y el último han transcurrido exactamente tres horas y 45 minutos. Los parciales de cada uno de los matches son categóricos. El triunfo de los pupilos de Gastón Gaudio, inapelable.
A Chile le resta por jugar una serie, mañana, ante Alemania, pero para colarse entre los ocho mejores necesita un milagro. Las estadísticas, en un formato de torneo como el de la nueva Davis, en el que cuenta hasta el último de los cómputos globales, no engañan, y el equipo chileno es el peor de los 15 que han jugado (hoy se estrenan Serbia, Alemania y Gran Bretaña), pero con un bagaje como el de ayer las cuentas no salen. Chile es el único país que no ha ganado sets. Estados Unidos tampoco lo ha hecho en cancha, solo por secretaría (Canadá no se presentó al dobles), pero incluso restándoles los números de ese triunfo ha hecho más que los nacionales, pues en esas dos derrotas los norteamericanos lograron ganar más juegos (19-21) que Chile.
La negra jornada de los pupilos de Massú sobre la pista rápida del Manolo Santana arrancó con la derrota de la segunda raqueta nacional, Nicolás Jarry (77º), ante su homólogo argentino, Guido Pella (25º), quien nunca, en sus tres enfrentamientos previos, había conseguido ganarle. Sí lo hizo ayer, sin brillo, pero con oficio, en un encuentro en el que Jarry terminó por convertirse en el peor enemigo de Jarry.
Entró tarde Nico al partido y tardó demasiado en encontrarse. Su nefasto inicio (break en contra incluido a las primeras de cambio), la inconsistencia de su servicio y un sinfín de errores no forzados terminaron por condenarlo. No hizo nada del otro mundo Pella para anotarse el primer punto de la serie, pero eso fue, quizás, lo más preocupante. "Me esperaba en un principio que Guido atacara más y me tomó un par de juegos acostumbrarme. A partir del sexto juego ya me empecé a sentir más cómodo, pude quebrar jugando bien, pero ahí se me fue la cabeza un poquitito y perdí el primer set. En el segundo tuve un poco más de control, pero nuevamente se me fue la concentración en un juego y me costó muy caro", decía Jarry.
Veinte minutos después, ingresó a la pista Garin (33º) para medirse a Diego Schwartzman (14º), un rival al que ya había sido capaz de vencer este año. Pero el Tanque tampoco logró sentirse cómodo en ningún momento ante un número uno argentino que desplegó un tenis soberbio. Apenas una hora y 13 minutos necesitó para despachar por un doble 6-2 al hombre en mejor estado de forma del combinado nacional, que solo fue capaz de anotarse dos juegos con su servicio en todo el encuentro. Ante Garin, el Peque fue un gigante. "Hay que levantar cabeza, que todavía se puede. Yo tengo muchísimo por mejorar. Hoy no me sentí al nivel y hay que aceptarlo", reconoció.
El dobles, también
El tercer y último punto de la serie tuvo como protagonistas al propio Jarry y a un Hans Podlipnik que ocupó a última hora el puesto para el que en un principio había sido designado Garin. Chile comenzó ganando (por primera y única vez en toda la llave), con un Jarry mucho más suelto y cómodo con su saque, pero la dupla de circunstancias integrada por Mayer y Machi González terminó por imponer también su ley con parciales de 6-3 y 7-5. No hizo falta siquiera que apareciese en escena el especialista argentino en dobles, Horacio Zeballos. "Hoy (ayer) fue un día difícil, pero lo bueno de esto es que uno puede tener revancha", sentenció el capitán Nicolás Massú. En su regreso al Grupo Mundial, Chile quedó lejos del resto del mundo.