Con el recuerdo todavía fresco del histórico título en la Copa América 2015, organizada en Chile, la Federación de Fútbol nacional lleva varias semanas trabajando sigilosamente con el objetivo se conseguir nuevamente la sede del torneo de selecciones más antiguo del mundo, en 2024.
En las últimas 48 horas se desarrolló en Río de Janeiro el Congreso de la Confederación Sudamericana y el Comité Ejecutivo de la Conmebol. Oportunidad que Sebastián Moreno (y sus cuatro directores activos) aprovechó para reforzar las negociaciones sobre este asunto. Conversaciones de pasillo, lobby, todavía ninguna postulación formal, pero que han sido más que satisfactorias, indican desde Quilín.
A fines de 2020, ya culminada la primera experiencia con el nuevo formato de la Copa América, que incluye dos grupos en países distintos, se debe entregar las sedes para 2024. La versión del próximo año se realizará en Colombia (el local, Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú y una selección invitada) y Argentina (el local, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y una selección invitada).
En la ANFP confían en el éxito de las gestiones, todavía informales, debido a que Chile está entre los cuatro países mejor evaluados por la Confederación Sudamericana para recibir este tipo de competencias. De hecho, ya se animan a adelantar con qué país tocaría ser coorganizador: Brasil o Ecuador.
El siguiente paso es incorporar a la autoridad política en esta gestión. Conseguido el apoyo del estado, se presentará la candidatura oficial a la Copa América de 2024. El camino, sin embargo, a nivel de lobby, ya está más que avanzado en la Conmebol.