Ciclismo, superación y comunidad: la lucha de Luis Sepúlveda contra el cáncer
El destacado atleta nacional, olímpico en Atlanta y Sídney, busca formas de costear una grave en enfermedad. Ahí encontró el apoyo de sus más cercanos.
En noviembre de 2022 la vida de Luis “Monín” Sepúlveda (8 de abril de 1974) comenzó a cambiar. Al principio pensaba que sus molestias eran por una inflamación en la próstata, producto de más de tres décadas viviendo del ciclismo. Pero el problema era mucho más grave. Tras una serie de exámenes, en febrero de este año se enteró de la verdad.
La estrella curicana tenía cáncer a la próstata. Empezó a vivir un 2023 diferente. Con constantes visitas al médico, diversos tratamientos y una intervención quirúrgica. Todo esto lo llevó a costear una serie de procedimientos millonarios.
Sepúlveda es claro en admitir que esa siempre ha sido su principal preocupación. “El día que me dijeron lo tomé con calma, porque sabía que los pronósticos eran buenos. Lo había conversado con doctores. La parte económica fue la que siempre me complicó porque yo trabajo día a día. Si me enfermo no puedo tirar una licencia y esperar que me llegue plata”, admite el exatleta olímpico, quien tras su retiro se dedicó a la mantención de bicicletas en su casa de Curicó.
Sus temores se transformaron en realidad rápidamente. En solo un par de meses tuvo que realizarse resonancias magnéticas, biopsias, una operación y una tomografía por emisión de positrones, examen que busca detectar la concentración de sustancias cancerígenas en el cuerpo. Solo este último le costó $1.400.000.
Sus familiares y amigos han ido organizando diferentes eventos para recaudar fondos. “Primero, un grupo de San Fernando hizo una salida y lo que recaudaron me lo donaron. Después hubo una carrera en Linares y otra en Curicó. Todas esas ganancias iban para pagar mis gastos médicos. Lo último que hicimos fue un evento de música en el Teatro Provincial”, cuenta el dos veces campeón de la Vuelta Chile a El Deportivo.
Junto con eso, también anuncia que a principios de agosto se realizará un bingo a beneficio con diferentes premios que sobraron en las carreras que habían realizado en su nombre.
Esos eventos no solo le han servido para paliar gastos. También le han dado más fuerza para lidiar con una enfermedad que lo obligó a operarse el 28 de abril. “El doctor me explicó que el cáncer resultó ser muy agresivo por la edad que tengo. A una persona mayor, con menos testosterona, muchas veces le hacen solo tratamientos y no es necesario operarle porque no avanza tan rápido”, agrega.
Los resultados tras la intervención han sido muy optimistas. A fines de abril tenía 0.7 nanogramos de antígeno prostático específico. Ahora solo tiene 0.3. De hecho, ya tuvo el permiso médico para volver a entrenar y el próximo mes irá a Cumpeo, a una carrera que se desarrolla por los caminos que rodean el río Claro.
Pese a anunciar su retiro en 2019, Sepúlveda nunca ha dejado la bicicleta. “Si antes entrenaba los siete días, ahora lo hago dos veces y salgó a correr los fines de semanas. Siempre me mantuve compitiendo. Solo paré por la cirugía”, menciona. Dentro de sus salidas más habituales se encuentran la ruta al radal Siete Tazas y la ida a Pichilemu a través de caminos interiores que pasan por Santa Cruz, Lolol y Bucalemu.
Una carrera de ensueño
El ciclismo nacional de las últimas tres décadas no puede entenderse sin Luis Sepúlveda. Seleccionado chileno desde 1990, logró dejar un legado significativo en su disciplina, llegando los torneos más importantes del planeta y marcando hitos dentro del país. En un ejercicio de reflexión y recuerdos, relata los cinco años que elevaron su nombre a un sitial reservado para los más grandes.
La primera parada mental es en 1993, el año en que se enganchó de su profesión. “El primer viaje que hicimos, a Nueva Zelanda, me enamoró de todo esto. Fue una carrera organizada por Jorge Sandoval, chileno exiliado allá que hacía este tipo de eventos. Antes estaba en un equipo porque me pagaban, pero allá dije “esto es”. Quedé enamorado de viajar, representar al país, de ver lo lindo que es el mundo. Ahí me di cuenta de que no quería salir nunca más de ahí”, confiesa.
Después de aquel paso en Oceanía, la otra fecha marcada en la bitácora de Monín es 1996, el año de sus primeros Juegos Olímpicos. Tras una emotiva clasificación, donde dejaron fuera a potencias como Argentina y Cuba, el ciclista debutó en la cita de los anillos en la prueba de persecución por equipos. En Atlanta terminaron en el puesto 16 de 17, pero marcando récord nacional.
No sería la última vez que estaría en unos Juegos Olímpicos, pero antes hay otro hito en su carrera. Se trata de su primera Vuelta Ciclista de Chile, la que consiguió en 1999. “Fue un premio a lo que venía haciendo todos esos años. Eso fue un plus para seguir ratificando que en ese tiempo, junto con José Medina, éramos los mejores”, menciona Sepúlveda.
Un año después llegaría Sídney 2000 y su última carrera olímpica. Esta vez no en pista, sino que en ruta. “Clasifiqué a través de los Juegos Panamericanos de Winnipeg al conseguir el cuarto puesto, pero en Australia no había nada que hacer frente a corredores de Colombia, Italia, Francia u Holanda, que venían con equipos completos y participación en el Tour de Francia. Estar ahí fue por la experiencia y para que Chile estuviese presente en esa clase de competencias. Lamentablemente pinché una rueda quedando dos vueltas”, rememora sobre un año en donde también logró revalidar su título en la Vuelta Chile.
Finalmente, el último gran hito llega en 2009, cuando estuvo en lo más alto del continente al quedar primero en el ranking americano Pro Tour de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Ningún otro chileno lo ha conseguido.
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