La trilogía de clásicos entre Barcelona y Real Madrid comenzó con un empate. La semifinal de ida de la Copa del Rey, con 92.008 espectadores en las tribunas, acabó 1-1, en la cual cada equipo gobernó un tiempo y justificaron el desenlace.
Finalmente, Ernesto Valverde fue cauteloso y guardó a Messi, quien sufrió una contusión ante el Valencia, el sábado. El argentino inició en la banca, al igual que Arturo Vidal. A su vez, la apuesta radicó en la titularidad de Malcom, quien aprovechó su oportunidad. El protagonismo fue de los brasileños, porque Vinicius lideró el ataque merengue en la primera parte.
La idea de Solari, en su primer clásico, causó efecto tempranamente porque el Madrid abrió la cuenta en los 6', con tanto de Lucas Vázquez, a pase de Benzema. Si el lapso inicial fue blanco, el complemento fue del local. La evolución del Barça se coronó con el empate de Malcom (57'), tras un tiro al palo de Luis Suárez.
El público pedía a Messi, buscando la remontada. Valverde escuchó y lo mandó a la cancha. También a Vidal. El Rey, en su octava confrontación ante la Casa Blanca (sumó su tercera igualdad), se ubicó como interior derecho (relevó a Rakitic) y su principal aporte fue en despliegue físico, porque corrió mucho. Recibió amarilla cerca del final por falta sobre Casemiro.
La globalidad del encuentro mostró que cada equipo fue dueño de un tiempo. La llave está abierta y todo se definirá el miércoles 27 de febrero, en el Santiago Bernabéu.