Colo Colo no solo se enfrentaba a Unión Española en el estadio Monumental. Los rivales eran varios más. Por un lado, estaba la presión de obtener una victoria que le permitiera seguir aspirando al título. Por otro, la obligación de afrontar las ausencias que generó el nuevo brote de Covid-19 en la escuadra de Macul. Y, finalmente, y casi de reojo, estaba la obligación de estar pendientes de lo que estaba consiguiendo Universidad Católica ante Huachipato, en San Carlos de Apoquindo. Al final, terminó cayendo frente a todos e hipotecando seriamente la opción de sumar un nuevo título. La caída por 0-1 frente a Unión Española lo obliga a depender de la UC. A lo máximo que puede aspirar el Cacique es a una final.
Le costó al equipo albo hacerle frente a todos esos elementos. Por ganas, ciertamente, no se quedó, pero le faltó la jerarquía de algunas piezas clave, como el peruano Gabriel Costa. Desde el comienzo, el Cacique asumió la iniciativa y asedió la zona defensiva que protegía a Miguel Pinto. No había margen para otra cosa. El volumen ofensivo fue ostensible. Los laterales Óscar Opazo y Gabriel Suazo dejaron el fondo para transformarse en permanentes atacantes. En el mediocampo, Leonardo Gil intentó frecuentemente apoderarse del balón para generar alguna idea en función de ataque, aunque otra vez partió en una posición que le incomoda y en la que pocas veces ha logrado rendir a la altura: como eventual volante de enlace. Ahí caía permanentemente en la marca de Luis Pavez y de Víctor Méndez. Y en la delantera, el tridente compuesto por Marcos Bolados, Iván Morales y Pablo Solari intentaba mostrarse permanentemente activo. El transandino era, notoriamente, el más peligroso.
Un muro
El problema para la escuadra de Quinteros, quien no estuvo en la banca, lo pusieron los hispanos. En buena parte del primer tiempo, y sin complejo alguno, los de Independencia regalaron el campo. O, más precisamente, se refugiaron en zona propia. La propuesta era clara: apostar a una distracción del dueño de casa, volcado en ataque por la obligación de sumar una victoria, y aprovechar algún contraataque para vencer a Brayan Cortés. La paciencia sobraba.
Aunque la supremacía territorial de los albos era vidente, y se traducía también en más tiros al pórtico de Miguel Pinto, lo concreto es que las llegadas de verdadero riesgo estuvieron repartidas. En el caso de los albos, la mejor aproximación fue una jugada colectiva, en los 28′, que se generó por la izquierda y que terminó en una chilena de Gil. El equipo de Plaza Chacabuco, que parecía conformarse con matener su puerta en cero, inquietó a través de un disparo de distancia de Bastián Yáñez, en los 37′, que obligó a una buena atajada a Cortés y que alcanzó a instalar cierta dosis de inquietud entre los más de 20 mil fanáticos que acompañaron a los albos.
Pocas ideas y más susto
En el segundo tiempo, con el ingreso de Joan Cruz, y la salida de César Fuentes, los albos buscaron volver a una fórmula que les permitiera mantener más cómodo a Gil. Y que, teóricamente, les permitiría tener más lucidez en la generación.
Sin embargo, la planificación alba duraría apenas un par de minutos. Unión, que volvió a la cancha con más osadía, asestó un golpe durísimo de entrada. En los 49′, en una salida rápida que terminó en una asistencia de Stefano Magnasco, el boliviano Alejandroe Chumacero anotó con un derechazo imparable para Cortés. Era el peor escenario posible para los albos. Aunque incluso pudo ser más negro si Bryan Rabello terminaba exitosamente un contraataque en los 61′. El desesperado retorno de Joan Cruz lo terminó frustrando.
La desesperación crecía en el Monumental. Los jugadores albos se salían de sus casillas y el negocio era para Unión (y para la UC). Colo Colo seguía quedando expuesto en la defensa y adelante era más ímpetu que otra cosa. Los de colonia llegaban profundamente y el peruano Paolo Hurtado tuvo dos ocasiones claras para vencer a Cortés. Rabello dispuso de una más, que otra vez salvó el iquiqueño.
Al fnal, el Cacique no pudo siquiera empatar y le dejó servido el título al equipo de Cristián Paulucci. El partido terminó en escándalo, por las provocaciones de lado y lado. Pero eso no suma. Para nadie.