Colo Colo juega su futuro en la Libertadores en una fecha inédita para los equipos chilenos en torneos internacionales

La extravagancia del calendario pone a Colo Colo en una situación incómoda. La tierra vuelve a dar cuatro vueltas completas al sol y el almanaque inscribe otro año bisiesto.

Algo que de ninguna manera mantiene ajeno a la apretada agenda del fútbol. Un 29 de febrero diferente, en el que los albos definirán su paso a la fase 3 de la Copa Libertadores, cuando se midan a Godoy Cruz de Argentina, cuadro al que ya vencieron en la ida jugada en Mendoza, por la cuenta mínima.

Situación inédita en los 65 años de historia de las competiciones internacionales de la Conmebol, contados desde la versión 1960 del máximo torneo sudamericano de clubes, al margen del de 1948 que luego fue convalidado por la confederación.

La verdad es que, en sus primeras versiones, el campeonato internacional solo comenzaba a finales de marzo o comienzos de abril. En el formato antiguo, cuando se enfrentaban en grupos de cuatro clubes de dos países diferentes, los cuales se rotaban.

Organización que acabó en 1999. Al año siguiente se repartieron los equipos en grupos de a cuatro escuadras de diferentes países, que iniciaban su andar en el torneo en pleno verano en el hemisferio sur.

Incluida la de ese 2000, se han disputado seis versiones bisiestas de la Libertadores con ese tipo de fixture. En todos esos años, nunca un cuadro chileno jugó un 29 de febrero.

Tampoco en la Sudamericana, torneo que empieza meses más tarde, excepto la de 2020, el único bisiesto de la competencia que se inició en febrero, pero que se suspendió abruptamente el 27 de febrero, antes de que el mundo se paralizara por la pandemia del Covid 19.

Y si a encuentros internacionales se refiere, el único equipo que ha disputado un enfrentamiento un 29 de febrero es la mismísima selección chilena.

Fue en 2012, cuando la Roja que en se momento dirigía Claudio Borghi se trasladó a Filadelfia, Estados Unidos para medirse al equipo africano de Ghana.

Un duelo con historia, no solo por el empate 1-1 con gol de Matías Fernández de penal, sino porque la promoción y organización del evento estuvo en manos del dueño de un bar, sin ninguna experiencia en este tipo de acontecimientos.

Un partido que tuvo de todo. Entretiempo de 35 minutos que solo fue el final de una cadena de bochornos, que partieron con el anuncio de un recinto (el Metlife Stadium, de New Jersey) que jamás estuvo confirmado, y siguieron con múltiples problemas en pagos, logística y visas.