Colo Colo: A. Orión; M. Zaldivia, J. Barroso, J. M. Insaurralde; O. Opazo, C. Baeza, C. Carmona (67', J. Valdés), D. Pérez (60', G. Fierro); J. Valdivia (84', E. Pavez); E. Paredes, L. Barrios. DT: H. Tapia.
U. de Chile: J. Herrera; R. Echeverría, C. Vilches, R. Vaz, M. Rodríguez; G. Espinoza, F. Seymour, G. Lorenzetti (69', D. Pizarro); F. Arancibia (66', S. Ubilla), A. Henríquez (82', I. Díaz), Y. Soteldo. DT: F. Kudelka.
Gol: 1-0, 65', Insaurralde, pone el pecho luego de un cabezazo de Barrios al poste.
Árbitro: Julio Bascuñán. Amonestó a Pérez, Carmona, Insaurralde, Zaldivia, Opazo (CC); Seymour, Rodríguez, Echeverría, Pizarro (U). Expulsó en los 90'+8' a Ubilla, con roja directa.
Estadio Monumental. Asistieron 35.788 espectadores.
Con la cabeza y sobre todo con la pelota. Y también con la cuota de fortuna necesaria para este tipo de partidos. Colo Colo le volvió a tirar la historia por la cabeza a la U, le volvió a ganar el superclásico y estiró a 18 los años de imbatibilidad en el Monumental en esta clase de compromisos. De principio a fin, para que no quedaran dudas. Con la tranquilidad de saberse mejores y sobre todo con la paciencia para aprovechar el momento para dar el golpe. Los albos establecieron la diferencia justa en un partido chato, pero que siempre estuvo del lado del dueño de casa.
Gran diferencia en el juego y sobre todo en las respuestas de las individualidades. Colo Colo lo ganó en todos los sectores de la cancha. Y lo principal, aquellas diferencias las logró establecer en el marcador, en una jugada en la que la suerte estuvo de su lado. Pero la fortuna de ganar siempre la buscó el equipo de Tapia, que llegaba como favorito y que lo reflejó durante los 90 minutos, minimizando a su rival. De hecho, la U no tuvo una sola chance de convertir clara, lo que demuestra el pobre rendimiento también del cuadro de Kudelka.
Colo Colo siempre tuvo claro como jugar el partido. Pese a todos los obstáculos que le presentó la U en el mediocampo, ubicando incluso a sus externos como volantes, Valdivia siempre encontró la posición para recibir con tiempo y a partir de ahí organizar. Es cierto que a ratos sin profundidad, y perdiendo más de la cuenta pases a la vista fáciles, pero el negocio estaba ahí. Ni Seymour ni Espinoza salían a anticiparlo, más preocupados de la línea de habilitación que podía establecer, que de recuperar pronto el balón. Los centrales, en este caso Vilches y Vaz, no salían del fondo, pendientes siempre de Paredes y Barrios.
Los albos jugaron casi siempre instalados en terreno rival, producto de la rápida recuperación de balón de sus zagueros ante los febles delanteros azules y porque la U tampoco sabía que hacer cuando tenía la pelota. Entonces, con un escenario tan favorable desde la tenencia, Colo Colo debía esperar el momento preciso para acelerar y marcar diferencias en los últimos metros de la cancha. Sin embargo, Paredes y Barrios nunca estuvieron cómodos para recibir ni menos para girar. Bien marcados siempre por Vaz y Vilches, los delanteros no tuvieron una sola chance clara de gol. De hecho, la más peligrosa en el primer tiempo fue un cabezazo de Valdivia a la entrada del área, tras un centro de Opazo.
Precisamente, Valdivia era el que tenía claro como romper el murallón. Comenzando en el segundo tiempo, el Mago inventó una pared con Paredes a la entrada del área, pero su remate, peinando el balón, se fue apenas desviado. Colo Colo seguía siendo más, aunque tampoco ahogaba demasiado a su rival. La U hacía lo que podía. Pelotazos largos a sus delanteros y a rezar un ave maría parecían el único argumento. Los mediocampistas, especialmente Lorenzetti, perdían fácilmente el balón y ante el mínimo espacio de maniobra, elegían el balonazo para sacárselo de encima. No había una idea en el libreto de los volantes escogidos por Kudelka más que romper y despejar.
Con Paredes y Barrios muy bien custodiados, Colo Colo debía apelar a otros actores para romper el cero. Valdivia no podía hacerlas todas en un partido que se jugó a su ritmo. El balón detenido, un argumento muchas veces dejado de lado, le daría a los albos la llave del clásico. Un mal despeje de Rodríguez, de lo peor del cuadro universitario en Macul, en el primer palo tras un tiro de esquina, le daría una segunda chance a Baeza, quien le puso el balón en la cabeza a Lucas Barrios. El suave toque del argentino se estrelló en el palo, pero el rebote le quedó mansito a Insaurralde, quien con el pecho la introdujo en el arco de un vencido Herrera. La diferencia en el juego al fin se reflejaba en el marcador, aunque no de la manera más vistosa. Pero a esa altura poco importaba. El clásico ya comenzaba a quedar en casa.
En desventaja, la U tuvo que salir del cajón defensivo que planteó para intentar la heroica. Pero se dio cuenta que no había ideas ni menos intépretes. Los delanteros, sin compañía por los costados, perdían los duelos con sus defensores y los volantes no tenían piernas para romper líneas. Entonces, todo quedaba supeditado a un error del fondo colocolino que a alguna inspiración azul. Pero Barroso, Zaldivia e Insaurralde no fallaron jamás. Y los atacantes azules naufragaron mansamente, sin dar mayores señales de vida ni menos de carácter. La estadística de remates al arco fue lapidaria: ninguno llegó siquiera al arco de Orión. Así era imposible soñar con rescatar al menos un empate. El partido ya estaba cerrado.
Sin hacer mucho, pero sí lo suficiente, Colo Colo volvió a quedarse con una nueva edición del superclásico. Sin puntos bajos, como se deben jugar estos compromisos. Un partido hecho a su medida, que lo juega con la personalidad suficiente, y que a la U parece quedarle cada vez más grande, sin saber siquiera cómo enfrentarlo. Y los años siguen pasando como una brutal condena sobre sus cabezas.