Seis partidos oficiales en Bolivia. Ninguna victoria. La estadística de Colo Colo en el país altiplánico sigue siendo terrible. Y hoy, con su nivel tan opaco, no hizo ningún mérito para romper con la tendencia. El Cacique cayó 2-0 en su estreno por Copa Libertadores, ante un limitado rival como Jorge Wilstermann, por el Grupo C.

Un partido áspero, irregular, un homenaje a la cancha maltrecha del Félix Capriles. Urdir una jugada con más de tres toques ya era una proeza, para ambos elencos. En tal escenario, al menos en el primer tiempo, los albos se vieron más complicados. Por momentos encajonados con los rústicos ataques del dueño casa, a través de centros y remates desde fuera del área.

Salvo las muestras individuales de Serginho (cargado a la izquierda), Wilstermann no tenía mucho que ofrecer. Aún así, Colo Colo se complicaba. Especialmente por la presión ejercida por los bolivianos en la salida, que generalmente terminó con un balonazo a lo que saliera de parte de algún defensa popular. Valencia, Mouche y Bolados, la veían pasar. Blandi, peleaba solo arriba y casi siempre perdía ante los zagueros.

Lo mejor para Colo Colo en la primera mitad era el resultado. Y la actuación de Cortés bajo los tres palos, transmitiendo seguridad cada vez que fue requerido. También contó con una cuota importante de fortuna, cuando Arano pifió casi en área chica, a los 31 minutos, en la más peligrosa del partido antes del descanso.

Gualberto Jara, el interino de la banca popular, no estaba contento con el accionar de sus jugadores. Mucho menos con lo que vendría en el segundo tiempo. Rendimientos muy bajos, con Blandi y Mouche como estandartes, y errores graves en retaguardia. Para peor, Colo Colo pagó caro un horror de quien era su mejor jugador. Cortés salió a cazar pajaritos y le regaló el gol de Pedriel, a los 58’. Un golpe duro, por la desventaja y por la forma en que se generó.

Jara se aburrió del desenchufado Blandi y lo sacó del campo. Parraguez, no había más, entró a pelear y solo con voluntad hizo más que el argentino. Lo cierto es que el Wilstermann cedió mucho terreno, retrocedió sus líneas y le permitió al Cacique instalarse más cerca del área rival. Con muy poco, el empate no parecía un imposible, confirmando los ripios de una escuadra muy rústica como la boliviana.

Las buenas intenciones, sin embargo, se extinguieron muy rápido. Básicamente porque la altura terminó por derrumbar al cuadro blanco. Salió Valencia, demolida, y Gabriel Costa no supo manejar los hilos del equipo. Bolados, quizás el más incisivo, también perdió fuerza. Colo Colo pedía a gritos el final del partido. Y Jorge Wilstermann, tranquilo, dejó pasar los minutos y celebró el 2-0 en los descuentos. La tarea ya estaba lista. Debutar ganando en la Libertadores, algo que los albos no logran desde 2015.