La final tan anunciada en el Monumental, con el liderato en juego del Transición, sólo tuvo un participante. Colo Colo llegó a la cita en Macul con la convicción de que era la última chance de subirse al tren del título. Y de entrada dijo presente llevándose por delante el partido. Enterrando los fantasmas que aparecieron en Temuco hace siete días. Volviendo a lo más alto del torneo a falta de tres fechas.
Del otro asistente, en este caso Unión Española, apenas hubo señales. Chispazos mínimos, sobre todo cuando la diferencia en el marcador era casi irremontable y mientras su rival le regalaba el terreno, agazapado a la espera de un contragolpe letal. Quedó la sensación como si los rojos nunca le hubiesen tomado el peso al compromiso. O simplemente, les quedó grande el desafío. Y la carátula de puntero con la que arrancó el encuentro sin duda que le pesó más de la cuenta.
Entonces, con tamaña diferencia de actitud, era lógico que las futbolísticas quedaran planteadas desde el arranque. Ni siquiera las ausencias de Paredes, Zaldivia y Meza, por enumerar las más importantes, minaron el poderío de Colo Colo, que más allá del 5-2 final, estableció una enorme distancia con Unión Española. No sólo desde la forma de encarar el compromiso, sino que en el juego. Mientras los de Guede tenían varios caminos para llegar al gol, los de Palermo apenas apostaban a algún balonazo que pudiera bajar Canales, para desde ahí comenzar a buscar la segunda pelota. O de algún tiro libre en las inmediaciones del área de Orión para sorprender con alguna jugada preparada. Pero a la postre, no sucedió ni lo uno ni lo otro.
Es cierto que a la rápida apertura de la cuenta de Rivero, tras una genial asistencia de Jaime Valdés, vino la inmediata reacción de los rojos, beneficiados por un autogol de Claudio Baeza, luego de un arranque de Hauche. Pero aquello apenas fue un espejismo. A los pupilos de Palermo les costó siempre llegar a inquietar a Orión. Casi siempre detrás de la pelota, los volantes de Unión no entraban en juego. Y así, era imposible equiparar en parte el trámite que desde el inicio siempre estuvo del lado de Colo Colo.
El equipo de Guede no necesitó de un gran partido de Valdivia para romper el fondo visitante. Sí, el Cacique disfrutó de una gran versión de Rivero, Valdés y Opazo, quienes cada vez que se lo propusieron desarmaron todo el andamiaje defensivo de Unión. Más allá de ser los autores de los goles en el primer tiempo, siempre entendieron bien cómo debía jugarse el partido. El uruguayo hizo olvidar de buena manera al suspendido Paredes, regalando esfuerzo y talento en cantidades iguales, siempre bien secundado por Morales, que hizo un gran desgaste para que otros brillaran. El cuarto gol de los albos es la fotografía perfecta de la sincronía que hubo entre ambos: largo carrerón del charrúa y el joven ariete apenas tuvo que empujarla para sentenciar el partido.
Ahí se acabó el partido, más allá de que el marcador siguió moviéndose. Colo Colo ya había hecho la tarea temprano en el partido. Rayándole la cancha al equipo de Palermo y dejando una señal clara para el cierre del Transición. Los albos parecen estar más vivos que nunca, incluso sin Paredes en la cancha. Habrá que ver ahora cómo Palermo logra levantar a un equipo que no asomó en la cita más importante del año. Porque jugando como lo hizo en el Monumental, el título parece una utopía para los rojos.