La exigua diferencia en la tabla, apenas un punto, que existía entre Colo Colo, líder el Transición, y Audax Italiano, escolta hasta antes del inicio de la fecha, sencilllamente no existió en La Florida. Los albos, en una actuación maciza, sobre todo en el plano defensivo, le dejó en claro a los itálicos que en el juego y en el rendimiento individual existe una enorme distancia entre uno y otro. Y que mientras el equipo de Guede sí tiene con qué pelear el título hasta el final, el cuadro de Hugo Vilches simplemente está para protagonizar historias circunstanciales, pero no tiene armas para pelear palmo a palmo una corona.

Colo Colo disimuló las ausencias de Jaime Valdés y Jorge Valdivia durante buena parte del partido saltándose el mediocampo. Una receta básica, pero que nunca entendió Hugo Vilches. Guede no se preocupó mayormente del dominio del balón ni menos de generar circuitos. Eso sí, más allá de no controlar la posesión, sí tenía el control del partido, alejando a su rival del área y haciendo daño en cada ataque. Y eso era a lo que apuntaba el DT transandino desde el momento en que dispuso de prácticamente tres delanteros, con Maturana bien de punta junto a Paredes y Morales, dejando prácticamente a siete hombres para defender y cerrarle los caminos al conjunto local.

Durante el primer tiempo la fórmula le salió perfecta al técnico albo. Claro, la rápida apertura de la cuenta de Morales, tras un pelotazo largo de Zaldivia que pilló a la defensa itálica muy mal parada y que Paredes transformó en una asistencia perfecta para el joven ariete, le facilitó enormemente la tarea. Agazapado en su propio campo, le cedió la iniciativa a Audax para que avanzara y dejara espacios. Claro, una vez recuperada la pelota, los delanteros tenían muchos metros para enfrentar mano a mano a los desprotegidos Fernández y Escobar.

Audax, que se jugaba la posibilidad de alcanzar la punta, pecaba de una inocencia extrema. Caía en la trampa de Colo Colo, pero cuando tenía alguna luz para hacer daño, sencillamente no sabía qué camino tomar. La enorme diferencia individual y colectiva entre uno y otro se reflejó en las áreas. Mientras los albos aprovecharon las pocas chances claras para convertir, los itálicos fallaron todos los mano a mano con Orión, que siempre respondió de buena manera.

La mínima diferencia que se expresaba en el marcador no se veía reflejada en la cancha. Allí, Colo Colo le tiraba toda la categoría a un equipo que demostró no estar preparado para pelear mano a mano un campeonato. Salvo algunos arrestos de Sergi Santos, el resto no tenía las armas para ganar los duelos individuales. Incluso Bryan Carrasco, uno de los goleadores del torneo, ni se asomó por el área de Orión, lo que refleja el gran trabajo defensivo del Cacique.

Entonces, controlado el ímpetu de Audax, era cosa de que los atacantes colocolinos estuvieran fino en los últimos metros para sentenciar la brega. Y así fue como otro balonazo largo desde el fondo fue recepcionado de gran manera por el indultado Rivero, quien buscó a Paredes en el corazón del área para que éste definiera con un toque suave por entre las piernas de Peric. Ahí quedó sentenciado el partido, más allá de que sobre el final el uruguayo se diera el gusto de anotar el tercero. Ahí se enterraron las frágiles ilusiones itálicas. Mientras, los sueños de Colo Colo de dar la vuelta olímpica comienzan a tomar forma. Da lo mismo si es con juego vistoso o con pragmatismo. A esta altura, para Guede y compañía el triunfo está por sobre todo.