At. Nacional: F. Monetti; H. Palacios, D. Braghieri, A. Henríquez, C. Mafla; J. Campuzano, G. Castellani; R. Lenis (80', J. Lucumi), M. Torres (75', A. Leao), V. Hernández; D. Moreno. DT: J. Almirón.
Colo Colo: A. Orión; G. Fierro, M. Zaldivia, J. M. Insaurralde, O. Opazo; N. Maturana (86', G. Suazo), C. Baeza, C. Carmona, J. Valdés (67', F. Campos); J. Valdivia (43', C. Pinares); E. Paredes.
Árbitro: Néstor Pitana (ARG). No amonestó a nadie.
Estadio Atanasio Girardot: Asistieron 35 mil personas, aprox.
Colo Colo jugó con la calculadora en la mano y el corazón a mil por hora. Con el peso de 11 años de fracasos en la Copa Libertadores y repartiendo sus ilusiones entre Medellín y La Paz. Colo Colo jugó sin vergüenza, de muy chico a grande, reventando la pelota a cualquier parte de ser necesario; con voluntad y el deseo de borrar una larga y dolorosa frustración.
Colo Colo jugó a aguantar el cero y terminó abrazándose cual goleada. Está en octavos de final de la Copa Libertadores después de una primera rueda horrible, infame, con Pablo Guede en el banco (un punto de nueve). Empató anoche 0-0 ante Atlético Nacional y terminó sumando la unidad justa para sobrevivir.
Los cafetaleros, curiosamente, no supieron ser el dominador absoluto del primer tiempo (de todo el partido en realidad). Tristemente, y contrario a lo que anunció Héctor Tapia en las horas previas, el Cacique les entregó todo el control de la pelota. Se arropó cerca de su área y se dedicó a esperar las embestidas del local. Ataques poco claros, fáciles de repeler, en todo caso.
El problema es que al otro lado, Colo Colo prácticamente no existió en la primera parte (en todo el partido en realidad). Paredes, náufrago, fue un espectador de sus compañeros. Ni siquiera Jorge Valdivia, muy debilitado físicamente, era un descanso con el balón en los pies. La salida del Mago a los 43' fue la prueba de que el enganche no estaba apto para la disputa en Colombia. No debió ser titular.
Lo increíble, cosas del fútbol solamente, es que la ocasión más clara de la primera mitad fue de los albos. Una escapada en solitario de Paredes y una falla grosera del portero Monetti con los pies casi termina con la pelota en el arco de Nacional. Fue penal, de hecho, del mismo arquero, que el árbitro Néstor Pitana no vio.
En el complemento, el libreto no cambió. Colo Colo reforzó su 4-4-1-1 como principio de vida. Fierro y Opazo tenían la prohibición casi dictatorial de no pasar la mitad de la cancha. Los dueños de casa de todas formas amenazaron mucho más en serio. Orión comenzó a atajar de verdad. Voló para sacar un disparo a distancia de Castellani, cortó centros y, cuando titubeó, tuvo el apoyo de una dupla de centrales muy aplicada.
Lo cierto es que Zaldivia e Insaurralde merecen una mención aparte. Escasa pulcritud, pero mucho temple y oficio para ordenar, anticipar y cubrir los espacios en la retaguardia. Entre ellos se configuró al jugador más destacado del encuentro.
Con el escuálido 2-1 de Bolívar sobre Delfín, en La Paz, el empate era un buen negocio para los dos en Medellín. Colo Colo tenía que aguantar, tenía que olvidarse de tantos partidos en que la clasificación se perdió en el último minuto. Y lo hizo. Mandando la pelota a la galería, defendiendo con lo que sea. Haciendo tiempo, implorando la hora. Al campeón chileno le dio lo mismo la forma. Necesitaba el punto y lo rescató. Y con eso se mantuvo en la Libertadores.
Feo, muy feo el partido, pero igual de histórico que un triunfo lírico. La calculadora y el instinto de supervivencia trabajaron para el Cacique. La tarea ahora es sumar calidad y contundencia. En agosto vuelve la Copa y ahí, en el ida y vuelta, no alcanza sólo con la voluntad.