Colo Colo tuvo todo a la mano para volver a los triunfos. Literalmente todo. Pudo haber goleado, de hecho. Pero los errores propios, la impericia y sin duda los fantasmas que rondan hace rato en el Monumental, atentaron contra un Cacique que se dejó igualar en los descuentos de la segunda etapa, cuando el partido ya se iba y los tres puntos eran, por fin después de tanto tiempo, cosa de segundos.
¿Por qué pudo ser distinto el destino de los albos? Porque en el primer lapso mostró su mejor cara en mucho tiempo. Mismo plantel, mismos jugadores... pero diferente entrenador. Colo Colo, en esos primeros 45’, cambió diametralmente de una semana a otra. El Cacique, ya sin Mario Salas y con Gualberto Jara como interino, volaba y le pasaba por encima al Campanil.
El cambio era notorio a vista de cualquiera: Mouche volvía a ser Mouche, Opazo volvía a ser Opazo y Suazo a ser Suazo. Y ahora sí que Colo Colo marcaba diferencias, las lógicas de un plantel armado para pelear el título y con otro para evitar el descenso.
El Cacique era protagonista desde el inicio. Jara tomó algunas decisiones para mandar un mensaje a propios y ajenos: la vuelta de Opazo al lateral derecho, Suazo como lateral izquierdo, el retorno de Fuentes a la contención y la salida de De la Fuente del equipo. Y así los de Pedreros machacaban y machacaban durante la primera fracción. No por nada al descanso se fueron con casi 70% de posesión de pelota y diez remates al arco.
Al final, el descanso llegó con un justiciero 2-0 para el local gracias al tanto con algo de fortuna de Valencia (20’) y otro golazo de Blandi (43’). Bien pudo haber terminado en goleada la primera fracción, pero los mismos autores de los goles desperdiciaron cada uno un penal: Blandi la mandó al palo primero y Valencia desvió otro ocho minutos después. Y eso se pagaría muy caro más adelante. Demasiado.
Justamente ese marcador exiguo para cómo se estaba dando el partido fue lo que le dio vida al Campanil, que en el segundo tiempo entró con otros nombres, otra disposición táctica (pasó de cinco a cuatro defensores) y, por cierto, otra actitud. Y fue así como a los 64’ Provoste cometió penal y Waterman, el señor de los penales en la UdeC (cuatro de sus cinco tantos en el torneo son por esa vía) lo transformó en gol un minuto después. La U de Conce, habiendo jugado un horrible partido, estaba a apenas un gol de distancia de Colo Colo y con casi media hora de juego por delante. Las cosas del fútbol, le dicen.
Al Cacique se le complicaba el partido de la nada y Gualberto Jara tuvo que meter mano. A esa altura, la victoria ya daba lo mismo que fuera vistosa. Williams Alarcón y Matías Fernández (qué poco ha aportado desde su regreso a Macul) a la cancha en reemplazo de Provoste y Valencia, ya agotados. Ambos volante, eso sí, no fueron de mucha ayuda.
Porque en el último suspiro, cuando el partido ya se iba, Waterman conectó de cabeza un centro que dio directo al corazón del Cacique, que vio escapar increíblemente una victoria que ya tenía en el bolsillo. La vuelta a los abrazos tendrá que seguir esperando.