“Sentí los oídos muy tapados, no escuchaba nada. Cuando me sentaron, seguía escuchando muy lejano. Tenía la sensación de que mi oído no estaba bien. Cuando me entran al camarín, seguía con el pito de cuando se siente un ruido fuerte”. El testimonio de Martín Parra es demoledor. Por cierto, evoca el daño que pueden causar los delincuentes que actúan escudados en las barras de los clubes. El anuncio de Sebastián Miranda de que el joven portero de Universidad de Chile sería titular en el suspendido compromiso con Universidad Católica, empezaba a dar por cerrado uno de los incidentes más graves que se han producido en el fútbol chileno en toda su historia.

Antes de asegurar la presencia de Parra en los 84′ restantes del clásico entre cruzados y azules, hubo mucho trabajo en el Centro Deportivo Azul. La semana pasada, el guardameta se presentó por primera vez en el lugar de entrenamientos y agradeció el apoyo que había recibido. ¿Ejercicios? Ninguno. Por esos días, aún se temía que reapareciera el síndrome vertiginoso.

Los primeros trabajos del exarquero de Huachipato fueron sin balón y bajo la constante mirada del cuerpo médico de los estudiantiles. El tratamiento indicado para superar su lesión auditiva era muy estricto y se debían detectar de inmediato síntomas como mareos y náuseas.

Martín Parra sufrió un trauma acústico después de que le lanzaran bombas de estruendo desde la barra de la UC. Foto: Agencia Uno.

La atenta mirada del DT

Sebastián Miranda participó de las sesiones. El adiestrador acompañó a Martín Parra en todo el proceso, los visitó varias veces en su casa y le reafirmó que no se presentarían a jugar ante el equipo de Las Condes, sin su presencia entre los palos.Lo único que habíamos pedido como plantel y cuerpo técnico era que Martín pudiera estar presente en la reanudación del partido. Y él hoy está bien e irá desde el inicio, porque se lo merece”, reafirmó el estratega.

Parra no pasó por buenos momentos. Los plazos se acortaban y aún no lograba entrenar con el primer equipo laico. De hecho, este lunes se pensó en incluir a Cristóbal Campos en el once inicial, para no arriesgar al averiado golero.

El entrenamiento del martes, cambió el panorama. Parra redobló los trabajos y comenzó con los ejercicios más arriesgados: se tiró al suelo, se paró rápidamente, ensayó algunas voladas y cortes de juego en velocidad. En cada uno de ellos, se le hizo pequeños exámenes posteriores para saber cómo reaccionaba su cuerpo. Sobre todo, su oído. ¿Resultado? No presentó problema alguno y se le dio el pase para que al día siguiente entrenara con sus compañeros.

La jornada del miércoles fue la fundamental. El chorero practicó con el equipo que se enfrentará la UC en Rancagua y respondió de buena manera. No hubo mareos ni náuseas, los síntomas más temidos. Para llegar a la conclusión de que se podía jugar, mediaron un chequeo intenso y la confirmación de que los remedios prescritos provocaron el efecto esperado.

Las precauciones continuarán. Un equipo multidisciplinario lo acompañará a la región de O’Higgins para realizar el seguimiento de sus condición de salud durante el encuentro. La rutina continuará después del partido: el viernes será llevado a la clínica dónde está siendo tratado, para practicarle exámenes, que serán semanales, y para determinar los medicamentos y las dosis que deberá seguir ingiriendo.

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