Con 50 espectadores, alcohol gel y advertencias por todos lados: así fue el regreso del público a los recintos deportivos chilenos
El duelo entre Las Ánimas y AB Temuco, por las semifinales de la Conferencia Sur de la Liga Nacional de Básquetbol, marcó el retorno de los aficionados a a las tribunas. Estrictas medidas de control marcaron la jornada.
El deporte competitivo se retomó en Chile hace bastante tiempo. Sin embargo, aunque los protagonistas volvieron a las canchas, aún faltaba un ingrediente fundamental: la presencia de los aficionados en las tribunas. En ese contexto, el duelo entre Las Ánimas y AB Temuco, por las semifinales de la Conferencia Sur de la Liga Nacional de Básquetbol, puede considerarse como un hito. Al menos, en el contexto de la pandemia. El encuentro, que se disputó en el gimnasio que lleva el mismo nombre que el club anfitrión, y que está ubicado en la zona norte de Valdivia, fue el primero que se disputó con presencia de público en las tribunas desde que el coronavirus comenzó a causar estragos en el mundo entero y, por cierto, a generar una serie de perjuicios en el deporte profesional. Más tarde, Puerto Varas recibió a Valdivia, también con hinchas presentes.
No se trató, por cierto, de una jornada siquiera cercana a lo normal. En las gradas del recinto de la región de Los Ríos hubo apenas unas 50 personas, algo menos que el aforo autorizado para el evento: 70 espectadores. En el caso de Puerto Varas se permitieron 250. Si faltó gente, lo que sobraron fueron las precauciones. El club local tuvo que disponer una serie de medidas preventivas para prevenir contagios de Covid-19. Y, sobre todo, para garantizar la viabilidad de la idea de comenzar a recibir fanáticos.
Los Fantasmas tuvieron que operar contra el tiempo. “El viernes nos avisaron y tuvimos que acomodarnos para cumplir con lo que se nos pidió. Habilitamos solamente las galerías”, explica Claudia Méndez, presidenta del club anfitrión, a El Deportivo. Ni la falta de tiempo ni las restricciones desanimaron al club sureño. “Todo lo que pueda ingresar ya es beneficioso. Llevamos un año sin recibir recursos, salvo lo que nos aportan los auspiciadores”, sostiene la dirigenta. De hecho, la acotada capacidad que les autorizaron implicó plantear el primer filtro para el ingreso de los hinchas: las entradas costaban 15 mil pesos, valor que se repetirá para el segundo duelo, que se disputará hoy, a las 20 horas. “El valor tiene que ver con que necesitamos recursos para financiar lo que establecen los protocolos”, dice. El interés por asistir a los próximos duelos lleva al club a analizar el traslado al coliseo Antonio Azurmendy Riveros, de mayor capacidad y espacio para separar a los adeptos. Las entradas se debían vender a través de internet. Sin embargo, por la premura, se habilitó un sistema electrónico al ingreso. Un operador estuvo a cargo del equipo que las emitía, y de recibir el dinero, y otro, específicamente, de entregar el respectivo ticket.
Distanciamiento y letreros
El protocolo al que alude Méndez, cuyas medidas fueron revisadas por Carabineros, considera controles de temperatura al ingreso al recinto deportivo y dispensadores de alcohol gel en varios sectores del gimnasio. En la entrada, cada espectador debió registrar sus datos para efectos de una trazabilidad más eficiente. El club dispuso, también, dispensadores de jabón en todos los baños y basureros separados para los desechos de índole sanitaria, como las mascarillas, respecto de los de otra naturaleza. Todos se abrían con el pie, para minimizar los riesgos.
Dentro del recinto quedó expresamente prohibido el consumo de alimentos y bebidas, lo que marcará un cambio radical respecto de la conducta que habitualmente tienen los fanáticos en los espectáculos deportivos. La medida fue bien entendida por los sureños. “La idea es evitar que se saque las mascarillas”, justifica Méndez.
Las medidas preventivas fueron recordadas permanentemente. El locutor del recinto y letreros y señales ubicadas en todas las superficies a las que podían acceder los hinchas se encargaron de mantenerlas en la memoria. Cuatro metros cuadrados separaban a un seguidor de otro. “Siéntese aquí”, establecía el cartel que demarcaba el espacio en el que podrían ver el encuentro. También se dispusieron líneas para connotar peligro.
“Nosotros estamos felices, porque esto es el deporte. Lo que lamentamos un poco es que no haya niños, porque los padres los protegen porque no están vacunados”, concluye Méndez, para resumir su evaluación.
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