Mientras aún se dilata la decisión de Alexis Sánchez de quedarse, la valoración Olympique de Marsella para con el jugador chileno continúa en lo más alto. Un reconocimiento que le valió alzarse como el mejor del cuadro portuario durante la temporada 2022-’23.

Una distinción que el tocopillano recibió muy satisfecho y, sobre todo, merecido gracias a los 18 goles que anotó en tres competencias con el equipo: Ligue 1, Champions League y Copa de Francia.

El 27 de mayo pasado, en la penúltima fecha del campeonato local, el cuadro Olímpico premió al Niño Maravilla como el mejor jugador del equipo entre toda la plantilla, en su primer año con los focenses.

Minutos antes del inicio del partido ante Brest, en el cual el OM cayó por 2-1 en el estadio Vélodrome, el club decidió a homenajear a su gran estrella con un galardón auspiciado por la marca deportiva que viste al primer equipo marsellés.

Un trofeo muy especial que, al margen de la importancia que tiene en la disciplina de la institución, encierra todo un mensaje que los galos intentan entregar al resto del planeta.

Desechos marinos

Porque uno de los trofeos individuales que adornan el palmarés del goleador histórico de la selección chilena, precisamente el que logró en Marsella, tiene una historia singular.

El exclusivo testimonio fue fabricado por la ONG Sauvage Méditerranéen. Con sede en Aix-en-Provence, ciudad universitaria ubicada a 30 kilómetros al norte de Marsella, la organización se ha especializado en la fabricación de trofeos deportivos hechos en Francia y ciento por ciento con residuos obtenidos del mar.

La última creación de este tipo, recién salida del Atelier Sauvage, fue entregada a la estrella chilena, quien recibió el premio al Olímpico de la temporada.

Sus trofeos reciclados ya han sido entregados en varios torneos deportivos, en particular durante el desafío Monte-Cristo, la competencia de natación en aguas abiertas más grande de Europa.

Fundada en 2019 por Emmanuel Laurin, la asociación surge de una conciencia personal, cuando su creador se mudó a Aix-en-Provence, donde quedó tan impresionado por la belleza de los paisajes mediterráneos que contemplaba como por las montañas de basura que encontró.

En 2017, Laurin se planteó el desafío de nadar desde Marsella hasta Toulon, una distancia cercana a los 70 kilómetros. Su gran objetivo era recoger todos los residuos que encontraba en su camino, los mismos que hoy forman parte del galardón que luce en las vitrinas del Niño Maravilla.

El Deportivo