Es un reto, un desafío. Algunos se lo plantean con tiempo y otros, sobre la marcha. Perspectivas distintas y aceptables. Entendibles y respetadas. Pero ya basta. Llegó la hora de volver a emocionarse afuera. No de pena, sino que del goce de algo tan simple como la victoria.
Concluye el torneo y el vacío futbolístico se incuba. Es llamativo ver cómo la lluvia de nombres entrega material suficiente para hacer especulaciones logarítmicas infinitas. Que se podría retrasar a este jugador o comprar a fulano para mover a la esquina a mengano; es parte del discurso que se aprecia durante estos días.
Pareciera que la moral futbolera ya no quiere más bochornos. Que está cansada de papelones en el extranjero. Que la palabra "Libertadores" de por sí ya es lejana. Y que estamos dispuestos a ponernos cualquier camiseta chilena en pos de sentir la victoria en el exterior con algún grado de pertenencia.
Es que la deuda, en América, se sigue agigantando. Da la impresión de que estuviéramos en una isla, alejados de todo aquello en lo que los clubes latinos se ven involucrados. No sirve de mucho ver a un Colo Colo de Guede pragmático y con ese misticismo de campeón, si afuera pareciera que todo lo nombrado hubiese sido parte de un lindo recuerdo.
A la primera te pegan. Y duro. Los reclamos contra los árbitros son alegatos mudos. La paranoia queda para los psicólogos y las mañas deportivas se transforman en cualidades distinguidas, de cátedra, de las mejores habilidades para combatir en la lucha.
El desafío ahora es mayor. Es una prueba de calibre distinto. Algo así como la PSU del fútbol chileno. El equipo de la dignificación parece estar llamado a ser Colo Colo. La llegada de Fernández y Barrios ilusionan, pero un par de nombres no puede solventar un proyecto. Un central. Más volantes mixtos. Un delantero de peso, más la entrega de responsabilidades a juveniles son una buena amalgama para derribar el muro de la fase de grupos.
La U la tiene más complicada. Porque le falta fisonomía, patrón de juego. Un equipo estático, dependiente de la inspiración de las individualidades, que abusa del pelotazo a Pinilla y que extraña con urgencia a alguien que lidere el bastión azul. Debe reforzarse de forma inteligente. El "no" a Montillo es correcto. No puede ser refuerzo un jugador que está retirado. Entregó mucho, sí, pero hoy la U necesita fútbol. Con los pies, en la cancha, no sólo en el camarín. La experiencia es importante, aunque a veces sobra.