Quedan menos de dos días para el partido inaugural, todas las selecciones ya anunciaron los jugadores que los representarán y miles de fanáticos están en Medio Oriente para comenzar la experiencia de sus vidas. Y pese a que todos esos detalles dan a entender que el Mundial está a un suspiro de distancia, aún existen muchos cuestionamientos del por qué se realizará en Qatar. Una decisión que se tomó 12 años atrás, pero que sigue haciendo ruido en el planeta fútbol. Muertes de trabajadores en la construcción de recintos, prohibición de tomar alcohol en los estadios y amenazas a periodistas son solo alguno de los motivos que siguen generando resistencia al país árabe.
El último en sumarse a esa lista fue Joseph Blatter, ex presidente de la FIFA y uno de los grandes responsables de la victoria catarí en las elecciones de 2010. El suizo admite que lo que hace más de una década celebró, hoy es un error. Pero para que ese “error” se concretara, muchas cosas tuvieron que pasar.
La designación de Qatar como sede del Mundial no fue una decisión a la rápida, ni mucho menos secreta. El país de Medio Oriente cumplió todos los procesos estipulados por FIFA y logró ganar la sede pese a que los informes del comité de evaluación, liderado por Harold Mayne-Nicholls, sugerían lo contrario. Por eso es que mucho se ha hablado en torno al hecho.
El rol de las estrellas y el dinero de un país petrolero
No hay que ser un genio para entender que en gran parte Qatar consiguió el Mundial gracias a su poder económico. Pese a que por rotación tocaba un Mundial en Asia y que la FIFA ya venía llevando la cita a países donde el fútbol no era su fuerte (Estados Unidos 1994, Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010), la billetera de Medio Oriente fue la gran arma para concretar su victoria.
Con un PIB de 125 miles de millones de dólares en 2010, Qatar pudo ofrecer un plan integral insuperable para los otros países que competían. Estadios futuristas, instalaciones para recibir a miles de habitantes, un sistema de trenes de alta velocidad y la capacidad de construir todas las sedes a menos de 50 kilómetros de distancia fueron algunas de las promesas que cautivaron al Comité Ejecutivo de FIFA. ¿El presupuesto para aquello? 42.900 millones de dólares
Otro factor determinante fue el apoyo mediático al proyecto. Al no tener un legado futbolístico potente, Qatar buscó a los rostros más importantes del fútbol mundial para promover su ambicioso plan. Uno de ellos fue Pep Guardiola, quien cuando aún era técnico del Barcelona apareció en ruedas de prensa representando la candidatura. “Estoy aquí para informar de que he llegado a un acuerdo como embajador de la candidatura de Qatar para albergar el mundial del 2022. El apoyo nace básicamente porque viví allí. Son cosas que me cuestan, pero insistieron mucho y, como me trataron muy bien y también a mi familia, he decidido aceptar la propuesta”, comentó en su momento, haciendo referencia a su paso por el Al-Ahli en el periodo final de su carrera como jugador.
Otra leyenda del deporte que también hizo de embajador fue Zinedine Zidane. El galo acusó motivos similares a los de Guardiola aclarando que quería ayudarlos con un “proyecto benéfico para el futuro del deporte y del fútbol”, luego de que cuando disputaba la última etapa como futbolista le hayan ofrecido un cheque en blanco para jugar allá. Aquello de todas formas le trajo muchas críticas en su país, teniendo que incluso salir al paso de los rumores que hablaban de pagos de 10 millones de dólares por sus gestiones. La leyenda del Madrid confirmó que la suma que le pagaron era mucho menor y que todos los ingresos irían a su fundación.
Rivales que no pudieron convencer
Para la selección final, desarrollada en diciembre de 2010, compitieron cinco países: Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Australia y Qatar. De esas naciones, tres ya habían tenido mundiales en los últimos 20 años por lo que inmediatamente partían con desventaja al momento de las votaciones realizada por el Comité Ejecutivo de FIFA (ese organismo ya no existe, pero estaba compuesto por las diferentes federaciones y cargos importantes del organismo con sede en Suiza).
De hecho, muchos creyeron que Australia y su plan de 16 sedes repartidas en toda la isla podían ser los únicos en hacerle peso a los árabes, pero quedaron fuera en primera vuelta. Esa primera votación entregó los siguientes resultados: Qatar once votos, Corea del Sur cuatro, Estados Unidos tres, Japón tres y los oceánicos solo uno.
Aquello provocó una segunda y tercera vuelta entre las candidaturas con más votos, en donde finalmente terminaron quedando fuera los países que alojaron el Mundial de 2002. De esta forma la sede se definió en una cuarta ronda de votaciones, en la cual solo competían Qatar y Estados Unidos, el país que más convencía a Harold Mayne-Nicholls.
El ex presidente de la ANFP y encargado del comité de selección en ese entonces, recordó hace unos días aquella disputa: “En Estados Unidos, aproximadamente cinco millones de personas iban a ir a los partidos, por la capacidad de los estadios. En Qatar no se van a superar los tres millones de espectadores. Yo decía que había un beneficio social tremendo, porque habían dos millones de personas más que podrían disfrutar del Mundial, con las consecuencias económicas que eso trae. En ese sentido, la candidatura de Estados Unidos era superior a la de Qatar”. Los árabes ganaron el último balotaje por 14 votos contra 8.
La reunión secreta
Tras la designación de la sede del Mundial, Qatar y la FIFA estuvieron bajo la lupa del planeta. Muchas voces rápidamente salieron a hablar de corrupción y compra de votos. Rumores que crecieron con fuerza cuando en 2013 la revista “France Football” lanzó el famoso reportaje “Qatargate”.
La investigación de más de 15 páginas hablaba de una reunión secreta realizada el 23 de noviembre de 2010 en el Palacio del Elíseo en la cual participaron Nicolas Sarkozy (presidente de Francia en ese entonces), Michel Platini (presidente de la UEFA), Tamim ben Hamad al Thani (Emir de Qatar), Hamad ben Jassem (primer ministro catarí) y Sebastien Bazin (representante de los dueños del PSG en ese momento). El semanario galo apuntaba que allí se habría acordado la compra del club parisino por parte de Qatar Sports Investments (que se llevó a cabo meses después), la creación de una cadena de deportes que compitiera con Canal Plus y el incremento accionario de diversos grupos económicos franceses. Todo para que Platini cambiara su voto y apoyara a Qatar (algo que finalmente hizo).
Aquel reportaje provocó una de las polémicas más grandes de las que se tienen memoria en la FIFA, llevando incluso que el ente del fútbol abriera una investigación para esclarecer los hechos. Esta estuvo liderada por Michael J. García quien en 2014 entregó un informe de más de 400 páginas donde se informaba de irregularidades tanto en la designación de Qatar como de Rusia para el Mundial de 2018.
En aquella oportunidad, y tras dos años de investigación, Hans-Joachim Eckert, presidente del Comité de Ética de la FIFA, determinó que las evidencias no eran suficientes para acusar de corrupción a los implicados y decidió no hacer público el informe de Michael J. García. Los archivos recién vieron la luz de forma integra en 2017, luego de que se supiera que el diario alemán Bild los iba a filtrar.
Finalmente en 2019 este episodio volvió a hacer ruido, luego de que la policía francesa detuviera e interrogara por más de 12 horas a Michel Platini por la supuesta corrupción en la concesión del mundial. Pese a que el tres veces ganador del Balón de Oro quedó libre, las dudas sobre la legalidad de la victoria qatarí siempre quedaron en entre dicho.