Hubiese sido injusto cualquier otro resultado. Lo mostrado por Túnez en su adiós de Rusia a muchos los mantuvo con sensaciones encontradas, porque el equipo de Nabil Maaloul, pese a llegar hasta esta instancia sin victorias, supo exhibir y encantar con un fútbol colectivo y ofensivo. Por eso, este 2-1 frente a una pobre Panamá fue la recompensa, con un botín que aunque poco consuela, sirve para al menos entusiasmar con lo que puede venir.
Desde el inicio se hicieron del control del juego en todas sus líneas. Ya fuese por las bandas o por pelotazos al fondo, las Águilas de Cartago consiguieron siempre llegar hasta el último sector de la cancha, complicando y dejando en evidencia las falencias defensivas, entre muchas otras, que le pesaron a la debutante Panamá durante todo este Mundial.
La instrucción de Hernán Gómez, el seleccionador panamelo, era clara: alejar el balón del área. Sin ruborizarse, los centrales enviaron una y otra vez el balón afuera cada vez que pudieron. Ya a los 20 minutos, Túnez exhibía un juego mucho más dinámico y efectivo, distinto al rústico planteamiento que propusieron los centroamericanos. Prácticamente, fue así todo el lance. Con Shalei y el eterno Sassi -que sumó su partido 111 por la selección norafricana- en la zona de quite, cualquier fuego que el rival intentó encender, fue sólo un amague.
Por eso resultó injusta la apertura de la cuenta. Bastó una sola llegada del rival, que intentó plantearse al contragolpe, para que todo eso ese buen trabajo valiera muy poco. Porque en la única jugada de peligro panameña -permitida por un excesivo relajo de los tunecinos, conscientes del desnivel- dejaron que apuntaran a su arco y apareció la amargura. Pese a hacer todo bien, un zurdazo de José Luis Rodríguez rebotó en Yassine Meriah, descolocando a su portero y abrió incómodamente el marcador.
Túnez siguió fiel a su planteamiento y ya en el complemento demostró estar bastantes peldaños por sobre su contendor. Así, a los 50' llegó la tranquilidad, con un gol que buscaron todo el partido. Ben Youseff marcó el empate gracias a una habilitación de Whabi Khazri y de allí todo volvió a la normalidad.
El pobre Panamá, que llegó a jugar con una línea de seis defensores, sólo pudo aguantar los golpes que en cada llegada ofrecía el rival. Túnez, siempre dueño de las acciones ante la débil y muchas veces nula presión, continuó buscando hasta que a los 66' fue el turno de Khazri para entregar definitivamente la victoria a los africanos.
Túnez pudo merecer más en esta Copa, pero frente a Bélgica e Inglaterra, dos candidatos para este Mundial, no pudo demostrarlo. Al menos, Panamá fue una recompensa y el fin de una sequía que desde Argentina 78, cuando derrotaron por 3-1 a México, les penaba... Aunque ya de nada valga.